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EL CULTO DI!J LA VIRGEN MARIA Y DE LOS SAl'vTOS 147 producido! Y ¿en cuál de sus obras s~ ha mostrado el Criador más admirable que en María? La Virgen María está tan íntimamente uni• da a la gloria de Dios, que todo homenaje tributado a Ella es un acto de verdadero amor a Dios. Al recibir María las alabanzas de los cris– tianos, exclama como al recibir las de su pariente Elisabet: "Mi al· ma ,(Jlorifica al Señor" (San Lucas, 1, 46). Por otra parte, ¿no es natural que J,esús se sienta complacido en ' ver honrada y amada su santísima Madre? ¿Quién de nosotros se f::entiría ofendido por esto? OBJECION PROTESTANTE.-Jesús hacía muy poco aprecio de su Madre, como se ve por lo que dijo a los que le anunciaban la pre-. sencia entre sns oyentes de su madre y hermanos: "Todo aquél que hiciese la voluntad de mi Padre celestial es mi hermano y hermana y madre" (San Mateo, II, 50); y por la respuesta que dió a la mujer quE) llamaba biena:7"enturada a su madre: "Antes bienav.enturados los qne oyen la palabra de Dios y la r;uardan" (:San Lucas, XI, 28). Respuesta.-1) En el primer caso, Jesús habla no como hombre particular sino como Mesías y Fundador de la nueva familia espiri• tual de los hijos de D'ios que venía a establecer en la tierra,. o sea, el cristian'ismo. Y dice que en esta familia ningún derecho da· el pa– rent~sco natural, sino el parentesco espiritual, que se funda en la fe y amor divinos. Quien hace la voluntad de Dios es el que está ver– daderamei.1te unido a Jesús con los lazos de este parentesco; ese es su hermano (o hermana), porque por la gracia es hijo adoptivo de su Padre celestial; es también madre ,suya si con su palabra y ejem– plo engendra a Jesús en el corazón del prójimo. Esta doctrina de Jesús nada contiene contra la Virgen María. No recha1za n:i niega su parentesco natural con Ella; sólo manifies– ta su preferencia por el parentesco espiritual. Y quiere asimismo en– .señar a sus discípulos que, a ejemplo suyo, deben prescindir de los afectos de carne y sangre cuando se trata, del servicio de Dios. En este sentido había dicho: "Quien ama a su padre, o a su madre más que a mí, no es digno de Mí" (S. Mateo, X, 37). · Lejos de contener esta doctrina de Jesús algo contra su madre, es el reconocimiento de su maternidad divina,· aun en este orden· so– brenatural a que se refiere el Salvador. La Virgen ,Miaría es, entre todas las criaturas, la que mejor ha cumplido la voluntad de Dios: "He aquí la esclava del Señor; hágase en mí conforme a tu palabra (San Lucas, 1, '38). Ella, pues, más que otra criatura alguna, es her– mana y madre de Jesús. 2) Aquella mujer del' Evangelio que hizo un elogio tan espontá– neo y ferviente de la Madre de Jesús, llamándola "bienaventurada" por haber tenido tal hijo, no veía en María más que este honor na– tural. Jesús quiere hacerle comprender que dicho honor de nada le serviría' a Ella si no hubiera correspcndido a la gracia de la divina maternidad. "Bienaventurada la que fué tu madre"!, exclama la mu– jer. "Sí, ciertamente (responde Jesús); pero más bienaventurado es quien oye y cumple la. palabra de Dios". No niega Jesús que su madre fuese dichosa en tenerlo a El por

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