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140 EL PROTESTANTISMO ANTE LA BIBLIA ti, oh Madre de mi Redentor Jesús y madre mía! ¡Siento tanto gozo al pensar que, con estas pocas páginas que te dedico, puedo contri– buir a la glorificación de tu nombre y hacer que cada uno de mis lectores te conozca mejor y te ame con más ternura...! (1). Maria fué perpetuamente Virgen I.-EN LA CONCEPCION DE JESUS.-Que María de Nazaret concil:{ió sobrenaturalmente a Jesús sin detrimento de su virginidad, es una verdad enseñada por la Biblia: "Y dijo María al ángel; ¿Cómo será esto, pites no conozco varón? Y, respondiendo el ángel, le dijo: El Espíritu Santo descenderá sobre ti..." (núm. 2). Este reparo que María pone al ángel, no necesita ser comentado: María no sólo es virgen, sino que tiene el propósito ele perseverar siempre en el esta– do ele virginidad; de otra manera ¿cómo opondría a los designios del Señor una dificultad que realmente no existiría? ¿Acaso no estabc1 desposada? ¿No podía, pues, lícitamente dejar de ser virgen? La respuesta del ángel suelta la dificultad: María será madre por vir tucl divina y sin detrimento alguno ele su pureza virginal. ¿Queréis otro testimonio? :'La generación de Jesucristo fué de esta manera: María, su madre, estando desposada con José, antes que líubiesen vivido juntos, se halló que había concebido por virtud del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo, no que– riendo difamarla, resolvió r:epucliarla secretamente. Y pensando él en esto, he aquí que un ángel del Señor se le aparece en sueño, y le di– ce: José, hijo de David, no temas tomar a María tu esposa, porque lo que en ella ha nacido es obra del Espíritu Santo... Todo esto acon– teció para que se cumpliese lo que había dicho el Señ9r por el pro– feta: He aquí que la Virgen (2) concebirá y dará a luz un hijo; y se le llamará Emmanuel, que quiere decir: Dios con nosotros (San Ma– teo, I, 19-23). ¿Podría consignarse más claramente la pureza virginal de María en la concepción de Jesús? Las palabras del ángel que lle– van la tranquilidad y el consuelo a José, ¿no serán bastante podero– sas parn desvanecer los sofismas de los" herejes contra la virginidad de María? II.-EN EL NACIMIENTO DE JESUS.-Hay entre la concep– ción y el parto una unión y dependencia la más íntima, siendo este el complemento de aquélla. Ambos deben ser de la misma natura– leza. Una generación sobrenatural exige, pues, un parto sobrenatu– r:al. Por consiguiente el parto de la Virgen María hubo de ser virgi– nal como la concepción de Jesús, en sus purísimas entrañas. 1.-Recomendamos al lector las siguientes obras acerca de la Santísima Virgen: La Virgen María y el Plan divino, por Augusto Nicolás (Librería Religiosa, Barre. lona) ;La Virgen María, por L. Garriguet (Bloud y Gay, Barcelona, 1918) y las bellísimas Conferencias que le dedica el P. Monsabré en su Exposición del Dogma Ca– tólico; Conferencia 30: El Paraíso de la Encarnación; y Conferencia 50: La Obra M ae~tra de la Redención. (Madrid, 188 3) . 2 .-Obsérvese que, según el texto griego. el profeta dice: "'e parthenos" o sel ta oirgm; es decir, no alguna virgen, sino la Virgen por excelencia, aquella virge~ ,ingular que no tiene igual.
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