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CELIBATO, MATRIMONIO Y DIVORCIO 13G e ilimitada confianza, sino con cierta reserva. El divorcio crea una ¡:,ituación -,riolenta a los hijos que ven a sus padres libres de todo ,•ínculo indisoluble, lo cual necesariamente ha de enfriar el amor, que es el conglutinante de los m'iembros de una misma familia. El divorcio casi siempre viene a interrumpir la gran obra de la educa• ción, precisamente cuando la autoridad y la persuasi_ón, la ·fuerza Y el carifio deben estar· más ur¡.idos para perfeccionarla. El divorcjo arranca violentamente los hijos del hogar doméstico y los transporta a tierra extraña, exponi-éndolos a la antipatía, al desprecio y malos tratos de un nuevo padre o de una nueva madre que nada les debe; despierta en corazones tiernos todavía el desprecio y el odi.O donde sólo debían sentirse el respeto y el amor; los unos se colocan al lado de la madre injustamente abandonada, los otros al lado del padre a quien se ha engañado. ¿Cabe imaginar desgracia más lamentable e irreparablE: en la vida moral de la familia? Edmundo Picard, célebre abogado, socialista y librepensador, en una sesión del Senado belga (año 1904) en que se discutía un pro– yecto· de ley modificando el procedimiento en ·causas de divorcio, emi– tió este· acertadísimo juicio: "El divorcio es peor que un mal ma– trimonio". 39-ÉJL DIVORCIO ES PERJUD+CIAL A LA SOCIEiDAD.-El di'. vo:r-cio, además de destruir la familia en la forma que hemos dicho, enemista a las familias entre sí: la m1a disculpa al culpable; la otra busca faltas al inocente, perturbándose así el bienestar social, cuya base es la paz entre los ciudadanos y la buena armonía entre las familias. Por ot::-a parte, el divorcio o,estruye prácticamente el principio' conservador y regulador de todas las fuerzas sociales: el principio de autoridad. Entregando al juicio de los hijos la conducta de sus pa– dres, r!:)baja el poder primordial de la familia, de la cual el poder público· no es sino una imitación, una extensión, una aplicación en mayor escala y forma insensiblemente generaciones rebeldes a todo yugo mora:. Finalmente, el divorcio corrompe a la sociedad, porque es el tri:91fo práctico del principio detestable de que, en el matrimonio, más debe tenerse en cuenta la pasión que el deber, la· libertad del placer que la estabilidad de la familia. El divorcio, pues, es un prin- cipio de de::adencia social (1). · Las_ estadísticas han venido a dar la razón a la Iglesia Católica. divorcio podría decirse Jo que un ilustrado periodista mejicano escribía en uno de los principales periódkos de la capital de Méjico (El Universal, 13 de Noviembre de 1925) : "El divor:io en Méjico, aunque se diga lo contrario por algunos interesados, no ha sído arma útil pa~a la mujer, Ha servido para libertar a los hombres cortando matri– monios ma~ avrnidos, para resolver c,uestiones de dinero, para disfrutar los amasiatos y abrir las puertas de la prostitución,, Salvo casos excepcionales, la mujer ha sido, víctima o ha tenido que soportar las ma-!icías del macho protegido por la ley, Del anecdotario referente al divorcio en Méjico, por cada caso justificable, que en resumen podría haberse resuelto sin el. papeleo de los juzgados, podrían presentarse cíen que no han sid:, más que abandonadod del hogar protegidos por la ley". J _-Monsabré, obra citada, conferencia 8 7: El Divorcio.

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