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CELIBATO, MATRIMONIO Y DIVORCIO 133 39-Se provee mejor a la educación de los hijos. Padres y ma dres: aunque fuerais sordos a la voz de Dios y de la conciencia, no lograréis nunca ahogar la voz de la sangre de vuestros hijos, que gri• ta:. Permaneced unidos; nosotros estamos unidos a ·cada uno de vosotros, vosotros debéis seguir unidos entre vosotros y con nos· otros (1). El divorcio p·rincipio de decadencia El divorcio es peor que todos los males de que se quiere hacer responsable a la indisolubilidad del matrimonio, y es, por consi– guiente, un principio de decadencia moral y social. Ha demostrado de un modo muy evidente esta verdad el Sumo Pontífice León XIII en su Encfcilca sobre el matrimonio cristiano: "Difícilmente pueden enumerarse los grandes males que provie· nen del .divorcio. Perdiendo el lazo conyugal su inmutabilidad, espe– rad ver desde luego destruido el afecto y el cuidado entre los espo• sos, fomentada la infidelidad, convertida en más difícil la protec– ción y la educación de los hijos, sembrados en las familias los gérme– nes de discordia, despreciada la dignidad de la mujer, colocada en él peligro de ser abandonada después de haber servido de instrumento de las pasiones del hombre. Y como nada pierde tamo a las familias, ni destruye los reinos más poderosos, como la corrupción de las cos• tumbres, se compreHderá fácilmente que el divorc'io, hijo de las cos– tumbres depravadas de los pueblos, es el enemigo más temible .de las familias y de· los Estados, y el que, según lo acredita la expe, riencia, abre las puertas a los hábitos más perniciosos,así en la "vida privada como en iJ.a vida pública" (Arcanum divinae Sapientiae). Así, pues, según la augusta palabra del inmortal Pontífice, todo sufre con el divorcio: los esposos,' las familias y la sociedad entera. r<: 1 -EL DIVORCIO ES PERJUDICIAL A LOS ESPOSOS.-Con– vertido en contrato rescindible, el matrimonio pierde todas las pre– cauc'iones que han de asegurar la paz y su ·duración; de hecho no establece cosa alguna sólida: no hace sino ensayar una aventura; en esto puede dar aliento a todas las temeridades Y' a todas las auda· cias. ¿Para qué tantear la delicadeza y la prudencia cuando no s~ trata de establecerlo para siempre? Entonces resulta inútil apelar a este senti:miento dulce y profundo que funde dos corazones en uno, que busca y promete un amor eterno. ·El matrimonio no es, en este caso, la unión, de dos vidas que se confunden la una con la otra, que se completan y se perfeccionan con un latzo permanente: es una so– ciedad temporal, en la cual la desconfianza y la pasión se reservan todos los derechos; es, como se ha dicho ~ráficamente, una especie de prostitución legal, a la cual se entregan el hombre y la mujer pa– ra degradarne y envilecerse. En efecto, mientras la indisolubilidad engrandece la vida moral, obligando al hombre a generosos esfuerzos' para dominar su natura– leza y soportar con aliento los vaivenes de la vida conyugal, el di– vorcio la .degrada, porque no obliga a nada y deja abiertas las puer- l .-Monsabré, Exposición del Dogma Católico,, Conferencía 86: El vínculo con. yugal (Vergara, 1892).
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