BCCCAP00000000000000000000722

CELIBATO, MATRIMONIO Y DIVORCIO 131 y permanecen en este amor hasta la muerte. El amor que une a los casados entre sí debe ser copia del original divino; y la unión de ambos debe ser santa, por razón de lo que esta unión está llamada a representar en los designios de Dios. Más todavía. Así como Jesucristo no reconoce ni ama como suya sino a una sola Iglesia, así el marido no debe reconocer ni amar co– mo suya sino a una sola mujer, y ~sta recíprocamente debe recono– cer y amar a un solo hombre, como la Iglesia reconoce y ama sola– mente a Cristo, su divino Esposo. Y así como Cristo permanece uní- . do con su Iglesia hasta el fin de los siglos, así los esposos cristia– nos deben permanecer unidos hasta el fin de su vida. Por esto dice el Apóstol: "Este misterio es grande: mas yo lo digo con relación a Cristo y .a la Iglesia". Es decir, el matrimonio es un gran misterio, una señal sensible fuente de gracia, que represen• ta y significa el vínculo de amor santo, lleno de gracia e indisoluble, que hay entre Jesucristo y la Iglesia, su esposa. 3) Entre los infieles el matrimonio no es más que un contrato natural, autorizado por Dios para la propagación del género huma– no; pero entre los fieles de Cristo este contrato está elevado por el mismo Jesucristo a la dignidad de sacramento, de tal suerte que sa cramento y contrato son inseparables, mejor dicho, son una sola y misma cosa. "Ningún católico ignora, o puede ignorar, que el matri monio es verdadera y propiamente uno de los siete Sacramentos de la Ley evangélica instituído por Nuestro Señor Jesucristo y, además, que entre los fieles no puede darse matrimonio sin que al mismo· tie.mpo sea sacramento y, por lo mis:Tio, que toda otra unión del hom– bre y de la mujer entre cristianos, aun hecha en fuerza de cualquier ley civil, no es otra cosa que un torpe y execrable concubinato re• probado por la Iglesia; y por consiguiente, que el sacramento no pue– de separarse de la unión conyugal" (Pío IX, Alocución del 27 de septiembre de 1852). OBJECIONES PROTESTANTES 1 Objeción H-¿No permitió Jesucristo el divorcio en cas9 de ad,ul– t&rio, cuando dijo: "Todo aquel que repudia a su mujer, a no ser por fornicación, y toma otra. comete adulterio; y el que se case con la que otro repudió, comete adulterio"? (San Mateo, XIX, 9). Respuesta.-Es un principio de interpretación de la Sagrada Es– critura, dictado por el mismo buen sentido, que cualquier texto obs– curo debe ser explicado a la lmz de otros textos más explícitos y cla– ros. Reconozco que, considerado el texto aducido en sí mismo sola– mente, es dudoso s'i la excepción, o inciso condicional se refiere a las palabras que preceden o a las que siguen; o sea al derecho de sepa• ración solamente, o al derecho de casarse otra vez. Pero la duda des• aparece por completo, recurriendo a los textos más claros y explícitos de San Marcos y San Pablo arriba citados. 'feniendo en cuenta estos textos, es evidente que el inciso: a no

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz