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CELIBATO, MATRIMON:.O Y DIVORCIO 125 Por otra parte, el cuidado de las almas absorbe todo el tiempo del sacerdote católico. No debe olvidaI"Se la gran diferencia que hay entre el sacerdote católico y el pastor protestante. Por regla general, éste predica una o dos veces por semana, inspecciona alguna que otra escuela,. visita su congregación ele vez en cuando, y ya ha cum. plido con su oficio. El sacerdote católico, por el contrario, debe estar siempre en la brecha: predicando, administrando los Sacramentos, celebrando el Santo Sacrific'io, atendiendo a la dirección de las nume– rosas asociaciones ele su feligresía, asistiendo a los moribundos; en una palabra, sirviendo a su pueblo, que le llama a cualquier hora del día y de la noche. Casi todos los dfas y especialmente en vigilias de fiestas y en tiempo de misión, permanece muchas horas en el con• fes'ionario, aliviando a los pecadores del peso de sus culpas, ilumi• nándolos en sus eludas, confortándolos en sus debilidades y conso– lándolos en su,s triste1zas. Al sacerdote católico, dado el enorme tra– bajo que ordinariamente pesa sobre él, le sería imposible atender de– bidéimente a una familia. 3) Las ventajas morales' y sociales que tiene el sacerdote cató– lico sobre el clero protestante gracias al celibato religioso, no han pasado inadvertidas a muchos de los prohombres del, protestantis– mo. Uno de éstos, el Dr. King, minis~ro protestante ele Inglaterra en la primera mitad del siglo pasado, decía: "Nio fué poca desgracia para la causa del Cristianismo en Inglaterra el permiso concedido a nuestro clero de contraer matrimonio cuando la reforma nos separó O'.el papismo; porque ha sucedido precirnmente lo que necesariamen– te debía suceder y lo que debía haberse previsto: desde aquella época nuestros eclesiásticos no han pensado más que en sus mujeres y en sus hijos" (1). Estas palabras demuest::-an cuán prud~nte ha sido la Iglesia Católica al imponer a sus sacerdotes el celibato religioso. Mas nadie deduzca de lo dicho qu2 la Iglesia Católica sea ene– miga del matrimor:iio. Cualquier que h:1ya hojeado la hiGtoria, debe saber que la Iglesia Católica ha sido siempre y es todavía la gran · defensora de la santidad del matrimor:io. "La Iglesia Católica -di– ce León XIII- ha rendido· los más grandes servicios al bienestar de todos los pueblos por su constante defensa ele la santidad e indiso, 1ubilidad del matrimonio:' (Encíclica Arcaniim). OBJECIONES PROTESTANTES Objeción 11),-San Pablo autoriza el matrimonio del clero cuando dice: "¿No tenemos el derecho de llevar con nosotros una mujer, co• m.o hacen los demás Apóstoles?" (1 Corintios, IX, 5). Respuesta.-Nótese que San Pablo no dice: una esposa, sino: una mujer hermana, es decir, una cristiana Es evidente que el Apóstol no se refiere a su esposa, pues era célibe (1 Corintios, VII, 7) sino a las piadosas mujeres que acompañaban a los Apóstoles para aten– derles·· en sus excursiones evangélicas, así como antes habían acom• 1 .-Citado por Balmes, La Sociedad, III, p. 149 (Barcelona, 18 89).

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