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10 EL PROTESTANTISMO ANTE LA BIBLIA 1~ Y 2~ de S. Pedro; JI¡\, 2~ y 3" de San Juan; de S. Judas; el Apoca• lipsis (o la Revelación) (2). ¿Cómo sabemos que todos estos !ibros han sido inspirados por Dios?... Por la autoridad de la Iglesia. · Dic,s no dejó los libros inspirados por El al arbitrio de los hom– bres; los confió a una institución permanente, la Iglesia, para que los custodiara e interpretara auténticamente. En efecto. La Iglesia, como luego demostraremos, fué ,constituída por Nuestro Señor Jesu• cristo depositaria y maestra de la Revelación Divina y, consiguien– tement,~, también de las Sagradas Escrituras, que son una de las fuentes de la Revelación. Verdad es que losdibros del Antiguo Testamento fueron escritos cuando aún no había sido fundada la Iglesia. Pero· ella los heredó de la Sinagoga y 5abe por el testim01:iio de Jesucristo y de fos Apóstoles que dichos libros fueron inspirados divinamente. Los libros del Nue• vo Tes :amento los recibió de los Apóstoles como inspirados igual· mente por Dios (Concilio de Trento, Sesión IV; Concilio Vatica1io, Sesión III, cap. 2). ObEervemos desde_ luego que la Biblia es posterior a la Ig~esia y que los primeros cristianos no conocieron la Biblia tal como nos– otros l;; conocemos. Los Apóstoles predicaron el Evangelio de Jesu– cristo ele viva voz, y no escribieron sino cuando alguna necesi.dad ur– gente h exigía y casi 5iempre a Iglesias particulares, v. gr.: a la Iglesia de Roma, a la ele Corinto, etc. Nunca tuvieron la idea de con· signar por escrito todas las verdades reveladas por Dios. No hemos de imaginarnos puerilmente que la Biblia haya sido siemprE, como es ahora, un libro compacto y artísticam~nte encua– dernado, pues en su origen estuvo separada en fragmentos esparci– rlos por diferentes partes del mundo cristiano. Durante muchos años, los cuatro Evangelios y las Cartas de los Apóstoles no fueron cono– cidos sino por las Iglesias particulares a quienes fueron dirigidos. Por otra parte, algunas Iglesias habían admitido, como inspirados, li· bros apócrifos, por ejemplo: el evangelio ele San Pedro, el de San tiago, e:. de Matías, el Pastor de Hermas y otros. No fué sino hasta fines del siglo IV, año 382, que el Papa S. Dá– maso formó el Cánon, o catálogo, de los libros 5agrados, y separando Ahor., bien; la versión griega alejandrina -hecha por los judíos •de Alejandría y terminada unos cien años antes de Jesucristo- contiene los libros deuterocanónicos. No consta en nrte alguna que los Apóstoles hayan advertido a los neófitos que esta versión contiene li ,ros no inspirados; luego admitían como sagrados e inspirados todos los libros de dicha v ,rsión; de otra maner J hubieran inducido los fieles al error. Más aún. El Nuevo Testamento contiene frases tomadas de los libros <leutero(anóni... cos y no pocas alusiones a pasajes de los mismos, lo cual se ve muy claramente compa– rando entr1: sí los textos griegos, como puede verse en la citada obra de Cornely, número 16, y en el Manuel Biblique de Vigouroux, tomo L número 3 2 (París, 18 9 7). Los Apóstoles. pues, aceptaban el Cánon efe los judíos de i\lejandría y, por consiguiente, los libros deutcrocanónicos recha2:ados por los protestantes. 2-En lengua castellana hay dos versiones católicas de la Biblia: la de Scio y la de Tocres Amat. La versión d•e Torres Amat tiene notas intercalares en el mismo texto impresas ccm cursiva> o entrecomadas. y evita de este modo muchas notas margina!-cs que interrumpirían la lectura.-De esta vcrs.ión se han publicado varias ediciones. Recomen– damos especialmente la de la Editorial "Revista Católica.., EL PASO (Estados(:Unídos), cuyas nota, esclarecen los puntos atacados por los protestantes.

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