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EL PERDON DE LOS PECADOS 117 dro dijo: "Todo lo que desatarás sobre la tierra será desatado en los cielos" (San Mateo, XVI, 19). Lo mismo dijo después a los Apóstoles reunidos: "Todo lo 111,qe1 desataréis sobre la tierra será desatado en. el c'ielo" (,San Mateo, XVIII, 18). De estas palabras se deduce evidentemente que Nuestro Señor Jesucristo dió a la Iglesia los poderes más amplios para desatar los vínculos que podrían impedir al pecador entrar en el cielo. Y como las penas temporales que debemos sufrir, después de perdonada la pena eterna, son otros tantos obstáculos para entrar 211 el cielo, adonde no se llega sin haber antes ,satisfecho completa– me.nte a la Justicia divina, claro está que la Iglesi-;¡_ recibió la potes– tad d,e perdonar tales penas, y eso es lo que hace :ror medio de las indulgencias. El Apóstol .San Pablo ejerció este poder con el incestuoso de Corinto, a quien primeramente excomulgó, es decir, separó del seno de la Iglesia; y a quien luego perdonó por haber dado pruebas de l;)rrepentimiento: "Yo, aunque ausente en el cuerpo, mas presente con el espíritu, ya he jutzgado como si estuviese presente a aquél que cometió tal atentado: En nombre de Nuestro Señor Jesucristo... sea ese hombre entregadu a Satanás" (li;t Corintios, V, 3-5). "Debéis ahora, por el contrario, usar con él de indulgencia y consolarle, no vaya que sea consumido de demasiada tristeza... A quien vosotros perdonáis, yo perdono igualmente; porque si he perdonado es por vosotros y en la presencia de Cristo, para no dejar a Satanás la ven· taja sobre nosotros" (2:;t Corintios, II, 7-10). :Se ve, pues, que San Pablo estaba en la convicción de que el Sal– vador había dado a su Iglesia la facultad de otorgar perdón com pleto a los pecadores en consideración a los méritos y oraciones de sus hermanos inocentes, es decir, el poder de conceder indulgencias. III.-DE QUE MANERA PERDONA LA IGLESIA LAS PENAS DEBIDAS POR LOS PECADOS.-Las perdona ofreciendo por el pe• cador reparación a la divina Justicia, mediante el tesoro inagotable de los méritos de Nuestro Señor Jesucristo, de la Santísima Virgen · María y de los Santos. Sabemos, por el dogma de la Comunión de ZOs Santos (1), que formando todos los fieles un solo cuerpo moral. (que es la Iglesia) bajo µna misma cabeza (que es Cristo), hay entre ellos comunica– ción de bienes espirituales y que los méritos cie los unos aprove• chan a los otros. "Porque así como el cuerpo es uno y tiene muchos miembros, y así como todos los miembros del cuerpo, aunque sean muchos, forman un solo cuerpo; así es. también en Cristo... De mane– ra que si un miembro sufre, todos los miembros padecen con él; y ,._i un miemb.ro es h.onrado, todos los miembros se regocijan con él" 11~ Corintios, XII, 12-26). "Muchos somos un solo cCJ.erpo en Cristo; .v. i::ada uno somos miembros uno de otro" (Romanos, XII, 5). ''Os ~xhorto, hermanos míos, por Nuestro Señor Jesucristo y por la ca- 1 .--Sobre esta hermosa y consoladora vecdad de nuestra santa Fe cousúltese en la Exposición áel Dogma Católico' de Monsabré, la Conferencia 60:' Ld Comunión de los Santos. (Madri.1,' 1885).

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