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EL PERDON DE LOS PECADOS 113 representantes académicos de la frialdad anglicana, y ha comenzado a rezar por los muertos con q;raciones reales y espontáneas, salidas de la abundancia del corazón. Y es fácil prever que tales oracio.nes no ce~arán nunca". Así hablaba el editor de The Living Ghurch. La guerra, con sus tremendas lecciones, vino a dar la razón a la Iglesia Católica. · La Misa y las· almas del ·Purgatorio 0BJECION PR0T,EST:ANTE.-El hecho real y verdadero. de que los sacerdotes admiten por una misma alma, dos, tres y hasta diez, veinte y treinta Misas ¿no prueba o que el sacerdote no tiene fe en la eficacia de la primera, Misa, o que defrauda el valor de las demás, cobrando por un trabajo de que no hay necesidad? Respuesta.-Cuaiquiera que conozca un poco la doctrina católica, sabe que la Iglesia no tiene jurisdicción sobre· las almas del otro mundo e ignora absolutamente cómo Dios aplica en particular los méritos de la pasión y muerte de su divino Hijo a las almas del Purgatorio. Todas las :Misas y oraciones (responsos) por los difun– tos son aplicadas por la vía de sufragio, esto es, dependientemente de la voluntad y misericordia del Señor. El valor de una sola Misa es. infinito, pero el hombre mortal no puede conocer con absoluta certeza de qué modo aplica Dios los mé– ritos infinitos del Sacrificio de la Misa a cada uno de los difuntos. Ciertame.nte podemos y debemos confiar que la Misa aprovecha al difunto por quien la aplicamos, a lo menos aliviando sus penas; pero 0 no tenemos certeza absoluta de que, por· ella, haya sido librado de Purgatorio. Dios, en su ipfinita justicia, puede tener motivos pa· ra disponer que los méritos del Santo Sacrificio le sean aplicados limitadamente. El amor cristiano que profesamos a nuestros difuntos debe mo• vernos a multiplicar nuestros sufragios por ellos. Si ellos no los ne· cesitan, pueden aprovechar a otros, que tal vez no tengan en la tierra quien los recuerde. "Bienaventurados los misericordiosos, porque al· canzarán misericordia" (San Mateo, V. 7). La primitiva Iglesia ofrecía sufragios por los difuntos Es esta verdad históricamente cierta e 'innegable. He ahí algu– nos testimonios de ella. , Las má,s antiguas liturgias (1): la romana, cuyo origen se remon– ta hasta los primeros tiempos del Cristianismo; la antiquísima atri– buída al Apóstol Santiago el Menor, prtmer Obispo de Jerusalén; la siríaca o caldea; la de los coptos; la de los jacobitas; la de _los griegos dsmáticos... atestiguan la fe de la primitiva Iglesia sobre la existen- ción 1..-Llámasc Liturgia el orden y formas aprobados por la iglesia para la celebra. de los oficios divinos.

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