BCCCAP00000000000000000000722

110 EL PROTESTA.N'l'ISMO AN'.l'E LA BIBLIA los demás libros de la Biblia, es decir, en el testimonio infalible de la Iglesia. ¿Con qué derecho los desechan los protestantes, si ellos han recibido la Biblia de la Iglesia Católica y ésta admite aquellos libros como divinos? Pero aun admitiendo por un momento que los libros de los Ma– cabeos no fueran inspirados, no puede negarse su valor histórico, ya que fueron escritos unos ciento treinta años antes de Jesucristo. Por consiguiente, el texto arriba citado es un testimonio histórico de la creencia de los judíos en un estado intermedio ele expiación, donde los difuntos pueden ser ayudados por los sacrificios y oraciones de los vivos. Y esta creencia en el· Purgatorio y la práctica piadosa de rogar por los muertos, las conserva todavía el pueblo judío, a pesar de las vicisitudes por que ha venido pasando desde aquellos remotos tiem– pos (1). Ahora bien: si esta antiquísima creencia de los judíos en el Pur– gatorio hubiera sido errónea o supersticiosa, ¿no la habría condena– do el Salvador? Porque Jesús tuvo gran cuidado de reprobar o recti– ficar aquellas creencias que se habían propagado en el pueblo judío y eran contrarias a la verdad. Así vemos que condenó la conducta de los fariseos que prohibían hacer obras de caridad en el día sábado (San Lucas, XIII, 10-16; XIV, 1-6), y San Mateo (cap. XXIII) trae una larga lista de innovaciones judías anatematizadas por Jesucristo. Sin embargo, en ninguna parte se lee que nuestro divino Sal– Yador haya reprendido a los judíos por su creencia en el Purgatorio y porque orasen por los difuntos. Por el contrario, según vimos, in· sinúa la misma doctrina (núm. 2). El dogma del Purgatorio es razonable Además de los hombres rematadamente malos que mueren en pecado mortal, y además de los hombres completamente buenos que mueren sin mancha de pecado alguno por pequeño que sea, hay una tercera clase de hombres, la más numerosa, que no es ni rematada– mente mala ni completamente buena (Santiago, III, 2; l!/, San Juan, I, 8), que al morir se hallan con pecados veniales, v. gr.: palabras ociosas, de las cuales dice el Evangelio que dará el hombre cuenta a Dios en día del juicio (Mateo, XII, 36); o que no han satisfecho las penas temporales debidas por sus pecados. Pues la misma Biblia enseña que, perdonada la culpa, queda a veces alguna pena temporal que pagar (2). Ahora bien: estas almas, que al morir se hallaban con pecados ';eniales, o con penas temporales no satisfechas por sus pecados, no pueden ser inmediatamente introducidas en el Cielo, pues "allá no entra cosa alguna manchada" (Apocalipsis, XXI, 27), ni puede allí padecerse ni pagarse alguna pena. Tampoco pueden ir al infierno, !....:_Véase el Ritual Judío: Jewish Prayer Book, py Isaac Leeser (Slote and Mooney: Philadclphia). 2.-Remitimos al lector al Apéndice siguiente, donde hallará probada esta tesis al trarar de las Indulgencias.

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz