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EL PERDON DE LOS PECADOS 105 mental; disposición que había de calmar nuestras aprensiones'' (1). Federico Guillermo III (1797-1840), rey de Prusia, dijo un día: "Nunca se ha causado una herida más honda a la Iglesia evangélica (protestante), que cuando se le quitó la confesión privada y detalla– da y se la substituyó con la general e indeterminada, que es por cier– to más cóinoda para todos los interesados" (2). Heinrich Voss, en una carta fechada en febrero de ,1805, refiere la siguiente anécdota del célebre literato y filósofo alemán Goethe. "El martes 12 de febrero, Goethe se levantó por primera vez de la ,cama; y enseguida pidió que alguien le leyese algo en voz alta. Le traje las Conversaciones (Ti,schreden) de Lutero. Después de haber aguantado mi lectura por una hora, empeizó a censurar y maldecir la endemoniada imaginación de nuestro reformador, que no ve más que diablos aquí y allá y en otras partes. En esta ocasión habló con mucho acierto de las religiones de los protestantes y de los católicos. Yo le dije que tenía mucha razón en acusar al protestantismo de haber puesto una carga demasiado pesada sobre los hombros de los indivdiuos. Antes (en los tie11ipos católicos) una conciencia oprimida podía ser aliviada por ayuda ajena; pero ahora la conciencia está abando.nada a sí misma y no tiene fuerzas bastantes para recobrar la paz. No se debía jamás haber quitado al hombre la confesión au- ricular, contestó Goethe (Goethe und Schiller in Briesen). · "El mejor Gobierno -dice Raynal- sería una teocracia en la ,que se estableciese el tribunal de la confesión" (3). "Cuántas restituciones y reparaciones ocasiona la confesión entre los católiéos!" exclama Rousseau (1712-1778) en una de sus más fa– mosas obras (Emile, Libro IV) . No es raro en países protestantes oir decir a amos y propietarios ,que prefieren tener/ a su servicio criados católicos, porque, si éstos roban, su confesor los obliga a restituir. Refiere a este propósito Monseñor de Segur la siguiente anécdota: "He conocido personal– mente a un pastor luterano que se hizo católico, al morir el .cual me contó que le habían robado dos veces en su vida: la primera vez fué por valor de quinientos francos en un pueblecito católico; pasada la Pascua, el Cura le entregó aquella cantidad. La segunda vez fué en los Cenevas, país protestante; tratábase también de una suma con• siderable. "En cuanto me percibí de ello (me decía), di mi dinero por perdido para siempre; no había allí confesor que obligase a mi ladrón a restituírmelo" (4). Oigamos ahora la opinión del céleb,re pedagogo protestante Pes– talozzi (1755-1827): "Hace muy poco tiempo preguntaba a un exce– lente vecino mío, por qué ocurrían en su municipio tan pocos casos de infanticidio. Débese esto, contestóme, a la confesión. Por medio de la confesión puede el sacerdote descender al fondo de corazón y combatir los gérmenes del mal antes que se desarrollen" (5). 1. -Lcíbnitz,, System der Tbeologie, página 266 (segnnda edición). 2 .-Huter, Compendium Tbeologiae Dogmaticae, tomo III, número 487. 3 .-Raynal Histoire pbilosopbique du comerce des Indes, tomo IIII, pág. 250. 4,-Segur, La Confesión, pág. 34 (Barcelona, 1906). 5.-Citado por Hettinger, Apologie du Ccistianismá, IV, pág. 252.

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