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Í EL PERDON DE LOS PECADOS 101 cerse todos los Obispos, sacerdotes y fieles a la vez, de que Jesucris– to hubiese impuesto tal ol:;ligación, siendo así que los Apóstoles na– da habían dicho acerca de ella? Hay más todavía. La Iglesia cismática griega, enemiga acérrima de la Iglesia Romana, practica también la confesión y la considera como instituída por Jesucristo. Si una de estas dos Iglesias hubiese introducido por su propia autoridad la confesión, ¿no r.se lo habría reprochado la otrá? Nada de esto ha sucedido, antes las dos convie– nen en lo mismo tocante a este punto. Ob}eci6n 2~-La confes'!-6n fué establecida por el Concilio de Le– trn, en el siglo XIII. Respuesta.-Cualquiera que conozca un poco la historia eclesiás– tica sabe muy bien que el Conci1io IV de Letrán (celebrado el.año de 1215) no hizo otra cosa que señalar el tiempo dentro del cual de• bían los fieles cumplir el precepto divino de la confesión, es decir: "a lo 1nenos una vez. cadá año", a fin de estimular a los cr'istianos pe– rezosos a servirse de este medio de salvación, instituído por Jesu• cristo. Esto, como se ve, nJ es establecer la confesión; al contrario, supone su existencia. La ley que impone la confesión es divina; el precepto que señala el tiempo hábil para cumplirla es eclesiástico. Por otra parte, tenemcs testimonios históricos de la existencia de la confesión en los primeros siglos de la Iglesia. Por de pronto, tenemos el testimonio del libro de los Hechos de los Apóstoles, citado al prir:.cipio de esta primera parte (N9 4). En una obrita del siglo primero de la Iglesia: Didaché (o Doc• trina de los doce Apóstoles), escrita entre los años 98-120, se lee: "El día Domingo, al reuni::-o,s, fracionad el pan y dad gracias, des– pués que hayáis confesado vuestros delitos, para que sea puro vues– tro sacrificio" ( 1). San lreneo (siglo II) refiere de algunas mujeres seducidas por cierto hereje llamado Marco que, al convertirse, confesaron sus pe– cados e hicieron pública pe:1itencia (Adversus Haereses, Libro 5, ca– pítulo 13). El historiador protestante Gibbon 1-cuya aversión a la Iglesia Católica es bien conocida- se vió obligado a escribir estas palabras: "Ningún hombre instruído :;mede resistir al peso de la evidencia his– tórica, la cual establece qu= la confesión ha sido uno de los princi– pales puntos de la doctrina papista durante el período de los cuatro primeros siglos" (2). Objeción 3f!--¿Por qué confesarse con un sacerdote, que es un hombre como los demás? Basta confesarse con Dios. Respuesta.-No basta ccnfesarse con Dios, tocia vez que Dios mis– mo quiere que nos confesemos con sus sacerdotes, como hemos vis– to. Cierto es que Dios pUE,de perdonarnos nuestros pecados direr::- l.-Didaché, n. 14 p. 33 (Eéicíón de Funk. Tubinga, 1901) pronúncíase Didajé. 2..,--Edward Gíbbon, Histoq¡ of the decline and fall of the Roman Empire (Lon- don, 1782-88). ·

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