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32- EL SACRIFICIO DE CRISTO, LIBERACION DEL «ESTADO» DE PECADO S. Pablo enjuicia el pecado, más que como actos particulares, como una manera de ser radicalmente opuesta a Dios; un "estado de vida" en que se encontraba la humanidad hasta que Cristo nos libertó de él. Pero gracias a Dios de (!Ue, habiendo sido esclavos del pe– cado, obedecisteis de corazón a a(!uella forma de doctrina a la. cual fuísl:eis enl:re·gados...: porque el sueldo del 9ecado es muer– te: mas la dádiva de Dios, vida e:!:erna en Cristo Jesús, Señor nues-· :l:ro (Rom S,17. 23). Porque la ley del Espíritu de la vida en Cristo Jesús me li– beró de la ley del pecado y de la muerte (IRm 8,2) - EL SACRIFICIO DE CRISTO, PERDON DE NUESTROS «ACTOS PEC:\?illNOSOS)) El "estado de pecado" en que se encontraba el hombre tiene su origen en los diferentes "actos pecaminosos". Ec: necesario que éstos sean perdonados por Dios. El cual lo hace en atención al sacrificio de la muerte de Cristo. EJ. mismo es el Cordero que quita los peca– dos del mundo. Mas si camináremos en la luz, como El está en la luz,fene mos comunidad recíproca con El, y la sangre de- Jesucristo, su:. Hija nos purifica de iodo pecado (I Jn 1,7). Y a vosoh:os, como esiuviéseis muertos por los delitos ~ por la i,ncircuncisión de vuesira carne, os vivificó con El, perdonán– doos .todos los, delitos, ca,ncelando el acfa escrita con:l:ra nosoi:ros •con sus pr,escripciones, que nos, era con±raria, y la quil:ó de en– medio, clavándol_a en la Cruz. (Col 2, 13-15( (23}. - EL SACRIFICIO DE CRISTO, «RECONCILIACIOK» DEL HOMBRE PECADOR El pecado equivale a la supref!ión de relaciones entre Dios y el hombre; es un estado de enemistad eon Dios. Cristo Jesús por medio de su muerte restaura la amistad Y la paz para los hombres, recon– dliándolos con Dios. Con mucha más razón, pues, jusfificados ahora en su sangre,. seremos por El salvados, de la cólera. Porc:'.ue, si, siendo enemi– gos, fuímos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo, con. mucha más razón una vez reconciliados, seremos salvados en su vida. (Rm 5, 9-10 s1>). Y fado procede de Dios, quien nos reconcilió consigo por mediación de Cristo, y a nosotros nos dio el ministerio de la re– conciliación; como que Dios en Cristo estaba reconciliado el mun– do consigo, no tomándoles a cuenta sus delitos (2 Co 5,18-19; Cf. Ef. 2, 13-14).
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