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VI1- efectos Intentar señalar de modo exhaustivo todos los efectos del sacerdocio de Cristo equivaldría a agotar toda la teología del N. Testamento cuyas páginas están llenas de la figura de Cristo. Aquí sólo se pretende desta– car los efectos más fundamentales y esto de forma muy esquemática y casi sin comentario. i) pan Di os el Padre tiene mi sacerdote de su agrado La epístola a los Hebreos dice que Cristo : no tiene necesidad de ofrecer víctimas dfo tras clia como los pon– tífices, primero por los pecados propios, lueg,o por los del pueblo: porque esto hizo de una vez para siempre, ofreciéndose a sí mismo. Es que la ley cornstituye sacerdotes a hombres sujetos a fragilidad; mas la palabra del juramento, -q_ue vino después de la ley, al Hijo consumado para siempre. (Heb 7,27-28) -El mismo Padre expresa sus sentimientos de complacencia res– pecto de Cristo: y una voz vino de los cielos: «Tú eres mi Hijo amado, en tí me agr,aclé».(Mc 1,11) 1) en eri1do el Padre encuentra wi sacrificio perfecto -Dios no aceptaba ni quería los sacrificios del A. Testamento por el pecado; por eso viene Cristo y exclama: Héme aquí que vengo para hacer ¡Oh Dios! tu voluntad. (Cfr Heb 10,5-8) -Cristo entró una sola vez y para siempre en el tabernáculo mejor y más perfecto. 30-- Mas Cristo, habiéndose presentado como pontífice de los bienes realizados, penetrando en el tabernáculo más amplio y más perfec– to, no hecho de manos, esto es, no de esta creación y no mediante sangre de machos cabríos y de becerros, sino mediante su propia san– gre, entró de una vez para siempre en el santuario, consiguiendo una redención eterna (Heb 9, 11-12 ss; Cfr. Heb 10,14).
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