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«Su amor para con la bienaventurada Madre de Cristo la purísima Vir• gen Maria, era realmente indecible, pues, nacía en su corazón al considerar que ella había convertido en hermano nuestro al mismo Rey y Señor de la Gloria, y que por ella habíamos merecido alcanzar la divina misericordia». (SB c. IX, n. 3; 2C n. 198). «En María, después de Cristo, tenía puesta toda su confianza; por lo cual la constituyó abogada suya y de sus religiosos... » (SB c. IX, n. 3; Cfr. 2C n. 198.) «La obsequiaba con peculiares alabanzas. le dirigía ruegos, le ofrecía sus afectos, tanto y de tal manera cual no puede expresar la lengua huma– na». (2C n. 198.) (19). b) Según la Iglesia: Seguir e imitar a Cristo en y desde la Iglesia.. San Francisco -ho– rno christianissi!mus;- no conoce ni sigue a otro Cristo, sino el del Evan– gelio que le presenta :la Iglesia. Pide un Cardenal "para que, siempre súbditos y sujetos a los pies de esta ,santa Iglesia, firmes en la fe católica, ,guardemos la po– breza y humildad y el santo Evangelio 'de Nuestro Señor Jesu– cristo". (R II, XII, 32.) Escribe el Testamento "para que la Regla que al Señor pro– metimos más católicamente guardemos". (T 35.) "El Señor me dio fe en los sacerdotes que viven según la for– ma de la santa Iglesia Romana". (T 34; AE XXVI, 47.) (20). e) Como Regla y Vida: Aquí está la originalidad de San Francisco: tomar el Evangelio, a Cristo como norma y regla de vida. Todas las Regla1s de órdenes religio– sas se inspiran en él Evangelio. Y en esto no hay originalidad. Pero sí en el modo: todo y salo el Evangelio y como úni:ca Regla y no:rma de vida. San Francisco no quiso saber de otra regla más que el Evangelio. 19 Ofr. RI IX, 11; TC 34; C II, 50; L 66; S 68; OF 74ss; 1C n. 21; 2C n. 18, 20, 83, 160, 200; SB c. IV, n. 5. 20 C'fr. RII XII, 32; T 36; T 34-35; C I, 50; SB p. 541, 542, 544, 551, 557, 624. 32-

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