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Vivir a -g en Cristo no significa otra cosa sino vivir al Cristo de la Eucaristía. La espiritualidad de San Francisco la podíamos sintetizar en su vida eucarística. La Eucaristía es el centro de su piedad y de su apos– tolado. Siente la necesidad de inculcar a todos esta verdad que tan pro– fundamente vive. En todos sus Escritos encontramos avisos y exhortacio– nes a reverenciar y recibir el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor Jesu– cristo. Varias de sus cartas están dedicadas casi exclusivamente a la Eucaristía (I, II, III, VI, y gran parte de la V). «Reputaba un grave des• precio. no oir, por lo menos cada día, a ser posible, una misa». (2C c. XXIII, n. 201) Ante la imposibilidad de examinar detenidamente la vivencia eucarís– tica de San Francisco damos a continuación algunos de los textos más representativos en los que se refleja cuanto hemos indicado. «Grande miseria es y flaqueza deplor.able que, teniendo presente al mis– mo Dios, os cuidéis de otra cosa en todo este mundo. Todo hombre se llene de pavor, todo el mundo tiemble y regocíjese el Cielo cuando está sobre el altar Cristo, el Hijo de Dios vivo, en las manos del sacerdote. Mirad, her:: manos, la humildad de Dios y derramad vuestros corazones ante su divino acatamiento, humillaos para que vosotros seáis ensalzados por El. .No con– servéis nada de vosotros para vosotros mismos, a fin de que os reciba en• teramente el que se ofrece todo a vosotros». (C III, 57.) «Reflexionemos todos los clérigos sobre el gran pecado que algunos tie– nen sobre el . Santísimo Cuerpo y Sangre de Nuestro Señor Jesucristo... Nada tenemos ni vemos corporalmente en este siglo del mismo Altísimo, sino su Cuerpo y Sangre». (C I, 48; AE I, 39.) «Puesto que quien es de Dios oye sus palabras, nósotros que más espi• ritualmente. servimos ál Señor, debemos no sólo oir y hacer las cosas que Dios manda, sino también guardar con cuidado en el templo todos los va• sos sagrados y los demás utensilios... para mostrar. en nosotros la alteza de nuestro Criador...» (C III, 58.) (18.) VIRGEN: Con Cristo y por Cristo veneraba San Francisco a la Virgen. Su inde cible amor a María se fundamentaba en que nos dici por hermano al Señor de la Majestad (2C n. 189; C III, 56°57; SB c. IX, n, 3), en que la Virgen era la Madre de Jesús (Id). 18 Cfr. Rf XX, 18; T 34-35; AE I, 39-40; C I, 4,8-50; C II, 51; C H, 52; C III, 56-59; C V, 61; C VI, 61; 2C n. 8, 20,1; SB c. IX, n. 2. . : -31
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