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Quizás sea excesivo ver en este texto una intuición del primado de María; pero hay que afirma•r que San Francisco concibe y pone siempre a la Virgen en relación con Jesucristo. (RI IX, 11; TC 34; C II, 50; 2C n. 20, 83, 200.) ¿Qué es la Virgen para San Frandsco? La Madre de Jesús. Nada más. Con ello está diaho todo. Lo demás, todas las otras gradas maria◄ nas, están conten1dais aquí -Madre de Dios- dando plenitud a esta realidad suprema. Para él no hay otra invocación a María que pafadear entusiasmadamente: "Salve, palacio de Dios. Dios os salve, tabernáciilo de Dios. Dios os salve, esclava de Dios. Dios os salve, Madre de Dios." (S 68.J No obstante encontramos insinuados en .sus escritos casi todos los privilegios marianos: Maternidad: RI IX, 11; XXIII, 23, ab; TC 34; C II, 50; S 68; OF 74. ·virginidad: RI IX, 11; RI XXIII, 23; AE I, 40; C II, 50; C III, 56; C III, 56; L 66; S 68; OF 74-89. Llena de gracia: S 68. Realeza: L 66; lC n. 198; 2C n. 200; SB c. II, n. 8. Mediación: OF 74; L 66; 2C n. 198; SB c. III, n. l; c. IX, n. 3. SACERDOTE: San Francisco ve a Dios en todas las cosas. Pero no en todas en. la misma línea. Hay cierta jerarquía. No lo ve lo mismo en un ser inani– mado que en el hombre, en un infiel que en un cristiano. San Francisco ve a Dios "singularmente en el sacerdote". "Yo veo en ellos al Hijo de Dios". (T 34.) Esta fe en el sacerdote es sobre todo por causa de la Euca– ristía. 20- "Porque no veo ning1.ma cosa corporalmente en este m1.mdo de aquel Altísimo Hijo de JJios, sino su santísimo cuerpo y san– gre, que ellos reciben y sólo ellos administran a los otros". (T 34.)

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