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SAN FRANCISCO Y LA EUCARISTÍA 63 " (Al comulgar) solía de ordinario caer en éxtasis como ebrio de es– píritu" (7). Su predilección por las cosas y la lengua francesa se explica no sólo porque él procedía de Francia por parte de la madre y porque Provenza era la patria de la verdadera caballería y de los juglares o trovadores; más bien amaba a Francia sobre todos los demás países por ser ella "la amiga del Cuerpo de Cristo" ( 8 ). Por eso cuando un día ( 9 ) resolvió fijar su residencia en una provincia lejana, dijo a sus Frailes: "En nombre de nuestro Señor Jesucristo y de la glo– riosa Virgen María su Madre, y de todos los Santos escojo la pro– vincia de Francia, porque en ella vive un pueblo católico y sobre todo porque los católicos de aquel país tienen mucha veneración al Cuerpo de Cristo. Esto me alegra sobremanera y por eso tendría sumo gusto en morar entre ellos" ( 1 º). En Francia hubiera deseado también morir, porque en ella se tiene respeto a las cosas santas ( 11 ). Movido de este respeto y amor al Sacramento del Altar mostraba también grande celo por todo lo que próxima o remotamente diga relación con ese misterio. Siendo aún joven seglar solía comprar preciosos ornamentos y vasos sagrados, que se usan en la celebración del Santo Sacrificio, y los enviaba a ocultas a sacerdotes e iglesias pobres ( 12 ). Habiendo en cierta ocasión ido a Roma en peregrinación observó que las gentes echaban limosnas muy pequeñas para el sostenimiento de la iglesia de San Pedro. "¿Cómo, exclamó, es posible que a la iglesia del Príncipe de los Apóstoles se den limosnas tan insignifican– tes?" Y diciendo esto sacó de su bolsa un puñado de dinero y lo arrojó sobre el altar con tanto ruido, que todos los presentes admi– raron su generosidad (13). Más tarde procuró que Santa Clara y sus hijas confeccionaran en el convento de San Damián paños de altar y otros ornamentos para las/ iglesias que no contaban con recursos para proporcionárselos. Y del mismo modo a pesar de su extrema pobreza quería enviar por diversas comarcas algunos Frailes provistos de hermosos y limpios co– pones, para que donde quiera que encontraran que el Cuerpo del Señor no estaba guardado con el debido respeto, lo colocaran con todo honor en esos vasos sagrados que traían consigo. Cuidaba con (7) Leg., c. 9, n. 2. (8) THOM, CEL., II, n. 201. (9) En el capítulo de Pentecostés de 1217. (10) Spec. perf., c. 65. (11) THoM. CEL., II, n. 201. (12) Tres Socii, n. 8; THoM. CEL., II, n. 8. (13) Tres Socii, c.. 3; TrmM. CEL., II, n. 8.
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