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52 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Francisco encendía este ardiente amor a Cristo especialmente en las dos grandes hogueras de la vida del Hombre-Dios, en los misterios de la Encarnación y de la Pasión. Así nos lo asegura Tomás de Cela– no: "La humildad del nacimiento de Jesús y el amor de su Pasión ocupaban de tal manera el alma del Santo, que se le hacía difícil pensar en otra cosa" ( 60 ). "Celebraba el nacimiento del Niño Jesús con inefable júbilo más que ninguna otra solemnidad, asegurando que era la fiesta de las fies– tas, porque en ella el Altísimo Hijo de Dios se hizo niño pequeño. Besaba con hambre de espíritu las imágenes del Niño Jesús y la com– pasión hacia el mismo, que inundaba su corazón, le hacía balbucir como niño palabras llenas de dulzura" ( 61 ). Un año cayó Navidad en viernes. Fray Morico hizo notar casual– mente que ese día no se podría presentar carne a la mesa. "Te equi– vocas, hermano, contestó Francisco; por Navidades no existe siquiera el viernes; quiero que en este día hasta las paredes coman de carne, y ya que esto no pueden hacerlo, que sean al menos untadas por de fuera" ( 62 ). Solía decir con frecuencia: "Si yo alguna vez pudiera hablar con el Emperador le rogaría humildemente y de todo corazón que diera un decreto imperial, mandando a todas las gentes, que por amor de Dios echen trigo y grano por los caminos, para que en día de tanta solemnidad tengan abundancia las avecillas, en especial las hermanas alondras. Asimismo todos los gobernadores de ciudades y señores de castillos debían cuidar de que en la noche en que la Santísima Virgen reclinó a su divino Niño en un pesebre entre el asno y el buey, todos los que tengan un asno o un buey les den más heno y mejor forraje, por amor y respeto al Hijo de Dios. También los ricos deberían dar por Navidades un suntuoso banquete a los pobres y hambrien– tos" ( 63 ). Y se deshacía en lágrimas pensando en la grande necesidad que la Madre de Dios hubo de pasar aquel día ( 64 ). Y porque en ese día comenzó nuestra Redención, deseaba que todos los cristianos se regocijasen por ello e hiciesen bien a todas las criaturas por amor de aquel que se dió a sí mismo ( 65 ). Su ingenioso amor le sugirió una manera nueva y hasta entonces nunca oída de celebrar la fiesta de Navidad, la cual puso en práctica tres años antes de su muerte. Tenía en Greccio un amigo muy que- (60) TaoM. CEL., I, n. 84. (61) THOM. CEL., II, n. 199. (62) THoM. CEL., ibídem. (63) Spec. perfect., c. 114; THoM. CEL., II, 200. (64) THoM. CEL., ibídem. (65) Spec. perfect., ibídem.
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