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LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 421 alma con los ángeles en el cielo, de tal manera que s6lo el delgadísimo muro de su carne lo separaba de la vista de Dios ( 129 ). Parecía como si ya entonces estuviera de familia en las eternas moradas (1 30 ) y como si las armonías de la eternidad resonaran en su alma mientras oraba. Los tonos fundaoentales sobre que estaba acordado su espíritu de oración eran el amor y la alabanza. Que la piedad de Francisco estaba sostenida por el amor de Dios, sólo necesitamos indicarlo aquí. Ya en los primeros capít'Jlos de nues– tra obra ( 131 ) hemos expuesto c6mo él fué el caballero del amor divino y toda su persona una sola oración de amor. Y lo que aca– bamos de decir sobre su piedad, puede también al fin reducirse a esta sola palabra: amor; amor es el secreto de toda la vida de oración de nuestro Santo, amor es el acento principal que hace vibrar cada una de sus prácticas de oración., y cuando designamos su espíritu de ora– ción como una contemplación afectiva e inmediata, con eso queremos decir ante todo que la nota dominante de su piedad es el ardiente y avasallador amor de Dios. Siempre se indica esto como la propiedad característica del Santo. "Ebrio de amor divino", le llaman los Tres Compañeros ( 132 ); "ardiendo en amor divino" lo descróe Tomás de Celano (1R 3): "Con sólo oír nombrar la palabra amor de Dios, se con– movía, se encendía, se inflamaba, como si alguno hubiera pulsado las cuerdas más íntimas de su corazón y las hubiera puesto en movi– miento" ( 11H). "¿Quién podrá describir la ferviente caridad en que se abrasaba Francisco el amigo del Esposo?", exclama San Buenaventura. "Semejante a un carbón encendido parecía completamente absorbido pore peregrinus a Domino vir Dei Franc:scus praesentem spiritum caelo con– tendebat inferre, et angelorum civem iam facturn solus carnis parics disiun– gebat." lbíd., II, n. 94. (13<0) " ... ut ipse liberius suam intentionem dirigere posse: ad Dcum, et bcatarum mansion-.1m in caelo positarum, frequentcr mente excedens, circuire posset ac ingredi officinas, et in pinguedine gratiae coram placidissimo et sere– nissimo univcrsorum Domino se in caelestibus praescntare... " Ibíd., I, n. 102. (131) En especial, cap. II. (132) "Alii pictate commoti movebantur ad lacrimas, videntes eum ... ad tantam ebrietatem divini amoris tam cite venisse." Tres Soc._, n. 21. (133) "Amore divino fervens semper ad fortia mittcre manum, et dilatato corde viam mandatorum Dei ambulans, perfectionis summam attingere cupie– bat." THoM. CEL. I, n. 55. (134) "Inter alia verba, quorum usus esset in communi sermone, amorem Dei non sine qua:iai=I sui immutatione valebat audire. Subito namquc ad audi– t:um amoris Dei excitabatur, afficiebatur, inflammabatur, quasi plectro vocis extrinsecae chorda cordis interior tangeretur." lbfd. 1 II, 19ó. "Nam supra hominum intellectum afficiebatur, cum nomen tuum, sancte Domine, nomi– naret, et totus exsistens in iubilo ac iucunditate castissima plenus, novus certe horno alterius saeculi videbatur." lbíd., I, n. 82.
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