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416 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS la voz, para que la voz concuerde con el espíritu, y el espíritu con– cuerde con Dios, de modo que por la pureza de conciencia agraden a Dios y no sólo halaguen los oídos del pueblo con la melosidad de su voz." Con la misma devoción y respeto debían los Frailes rezar las Horas canónicas siempre que no podían acudir al coro. Francisco mismo les iba, delante con hermosos ejemplos. Rezaba los Salmos con tal atención interior, como si viera a Dios presente ( 101 ). Aunque sufría de los ojos, del estómago, de los riñones y del hígado, sin embargo durante el rezo del Oficio no quería apoyarse, sino que rezaba siempre estando en pie, con el capucho quitado, sin dejar vagar los ojos, sin interrumpir el rezo. Si iba de viaje, se detenía para rezar el Oficio; si iba montado, se apeaba, no apartándose de esta costumbre aún cuando estuviera lloviendo copiosamente, porque decía: "Si el cuerpo toma con reposo -el alimento, que como él mismo ha de ser un día comida de gusanos, ¿con cuánta mayor paz y tranquilidad debe tomar el alma su alimento, que es el mismo Dios?" Creía haber fal– tado gravemente si alguna vez durante la oración había ocupado su espíritu con vanas imágenes de la fantasía, y después se apresuraba a expiar su falta por medio de la confesión. De esta manera llegó hasta tal punto, que sólo rarísima vez era molestado de esas "moscas de la distracción". Una vez durante la cuaresma, para aprovechar aun los más pequeños momentos de tiempo, había hecho un pequeño vaso. Después al rezar Tercia se le vino a la memoria su labor y le distrajo un poco. Esto le dolió tanto, que inmediatame0;te después de terminar Tercia advirtió a sus Frailes: "¡Ay, miserable obra que tanto poder ha tenido sobre mí que ha llevado hacia sí mi espíritu! Quiero sacrifi– carla al Señor, cuyo sacrificio ha impedido." Y diciendo esto agarró el vaso y lo arrojó al fuego ( 102 ). En los primeros años de la Orden los Frailes no sabían aún rezar el Oficio eclesiástico, por lo cual Francisco mandó que lo suplieran con el Padre nuestro ( 103 ). Así, pues, para cada hora canónica y en general a todas horas que les quedaban libres, rezaban y cantaban con gran fervor la oración dominical ( 104 ). (101) S. BoNAV., c. 10, n. 6. (102) THoM. CEL. 11, n. 96 s. (103) "Deprecati sunt eum fratres tempere illo, ut doceret eos orare, quo– niam in simplicitate spiritus ambulantes adhuc ecclesiasticum officium igno– rabant. Quibus ipse ait: Cum orabitis, <licite: Pater noster, et Adoramus te, Christe, et ad omnes ecclesias tuas, quae sunt in universo mundo, et benedi– cimus tibi, quia per sanctam crucero tuam redemisti mundum." lbíd., I, n. 45. (104) "Dum enim, igne Spiritus Sancti succensi, non solum constitutis ho– ris, verum etiam qualibet hora, cum parum eos terrena sollicitudo vel mo– lesta curarum anxietas occuparet, Pater noster in melodia spiritus voce supplici decantarent... " lbíd., n. 47.
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