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410 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS santísima Virgen María, pues ella ha llevado en su seno santísimo al Señor" ( 63 ). Pero su amor a María se fundaba no sólo en su cualidad de Madre de Dios, sino también en el hecho de que María había compartido la vida pobre de su Divino Hijo y se había hecho por ello modelo especial de los Frailes Menores. Francisco volvía de continuo sobre este pensamiento. Alababa la pobreza como "reina de las virtudes, porque con tan grande resplan– dor había brillado en el Rey de reyes y en la reina su Madre" ( 64 ). Si tenía en tanto aprecio el pedir limosna era "porque nuestro Señor Jesucristo había sido pobre y extraño y había vivido de limosna, él y la Virgen santísima" ( 65 ). A todo pobre que encontraba, conside– raba como "un espejo del Señor y de su pobre Madre" ( 66 ). No podía recordar sin muchas lágrimas las grandes privaciones a que se vió ex– puesta la santísima Virgen con su Divino Hijo" ( 67 ). Una vez, du– rante la comida, hizo un Fraile mención de lo pobre que había sido la Madre de Dios al dar a luz al Redentor en la noche de Navidad. Esto bastó para conmover profundamente a San Francisco, el cual levantándose al punto de la mesa, se sentó sobre la desnuda tierra y comió lo restante de la comida entre lágrimas y suspiros ( 68 ). Bastaba ya sólo con el ejemplo de Cristo y María para estimular a él, a sus Frailes y monjas a seguir la vida de pobreza. Por eso escribió en una ocasión a Santa Clara y sus hijas de San Damián: "Yo, pequeño Fray Francisco, quiero seguir la vida de pobreza de nuestro altísimo Señor Jesucristo y de su Santísima Madre y perseverar en ello hasta el fin. Y os ruego a todas y os aconsejo que permanezcáis siempre en esta forma de vida y pobreza" ( 69 ). Por esto también se consagró a sí mismo y consagró toda su orden de una manera especialísima a María la Madre de Dios y Madre de los pobres. Cuna y hogar de su Orden fué y siguió siendo el pequeño santuario de Santa María de los Ángeles o Porciúncula. En esta capilla "suplicaba, como escribe San Buenaventura, con suspiros interminables a aquélla, que concibió al Verbo lleno de gracia y de verdad, que se dignara ser su intercesora. Y por los méritos de la Madre de miseri– cordia concibió y engendró él mismo el espíritu de la verdad evan- (63) "Beata Virgo María sic honoratur, ut <lignum est, quia ipsum portavit in sanctissimo utero." Epist. ad eapitulum generale, Opuse., ed. LEMMENs, 102; BoEHMER, 59. (G4) THoM. CEL. II, n. 20. (65) Regula I, c. 9; Opuse., LEMMENs, 37; BoEHMER, 10. (66) THoM. CEL. II, n. 83. (67) Ibíd., n. 200. (68) THOM. CEL. ibíd.; Tres Soeii, n. 15. (69) Opuse., ed. LEMMENs, 76; BoEHMER, 25.

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