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SAN FRANCISCO Y EL EVANGELIO 39 contenía un precepto o sólo un consejo, si fué dicha para todos los hombres o sólo para algunos, si había sido dada para siempre o sólo para los tiempos apostólicos, si contenía una imagen o parábola o al contrario un acontecimiento real; éstas y semejantes cuestiones exe– géticas le eran desconocidas. Él escuchaba la palabra de Dios y la entendía y cumplía a la letra, a no ser que las circunstancias hicieran imposible su cumplimiento. Lee: "Da a todo el que te pide" ( 80 ) y enseña a sus discípulos que den a los pobres que les piden limosna, el capucho o la mitad de su hábito, si ocurriere que no tienen otra cosa que dar ( 81 ). Lee: "Si alguno quiere quitarte la túnica, déjale también tu capa" ( 82 ), y se deja arrancar el hábito sin oponerse siquiera con una palabra ( 83 ). Lee: "Comed lo que os pongan delante" ( 84 ), y permite a sus Frailes que coman de todo lo que les presenten, conformándose así al Evan– gelio y poniéndose en oposición con las leyes de abstinencia existen– tes en todas las órdenes religiosas ( 8 1l). Lee que los Apóstoles al entrar en una casa- debían decir: "Paz sea en esta casa" ( 86 ) y manda a sus Frailes qué nunca entren en una casa sin dirigir ese saludo ( 87 ) y con este saludo comienza sus sermones ( 88 ) y en su Testamento recuerda todavía: "Esta salutación me reveló el Señor que dijésemos: El Señor os dé paz" ( 89 ). Estas y otras palabras del Salvador, que él conocía de oír o leer diariamente el Evangelio ( 9 º), tomó por norma de su conducta ( 91 ). Con una sencillez conmovedora y con heroica inflexibilidad vivió (80) Luc., VI, 30. (81) Tres Soeii, n. 44; THOM. CEL., I, n. 17. (82) MAT., V, 40. ( 83 ) Tres Soeii, c. 10, ed. AMONI, Roma, 1880, p. 62. En la edición de FALocr- PuLIGNANI falta este pasaje. ( 84 ) Luc., X, 8. ( 8 5) Reg., II, c. 3; Opuse., BoEHMER, 31; LEMMENS, 67. (86) MAT., X, 12. (87) Regula, II, l. e. (88) T1-10M. CEL., I, n. 23; S. BoNAV., c. 3, n. 2 ( 8 ü) Testament. Opuse. BoEHMER, 38; LEMMENs, 80. ( 9 º) FR. LEÓN, en una nota manuscrita que puso en el Breviario, que había recibido de San Francisco y que hoy se conserva aún en Asís en la basílica de Santa Clara, asegura que el Santo todos los días y hasta su muerte se hacía leer el Evangelio del día, cuando no le era posible asistir a la misa. SABATIER, Spee. perf., p. 175, nota 2. Estando para morir mandó trae:: el libro de los Evangelios y se hizo leer el admirable sermón de despedida, que el Divino Sal– vador dirigió a sus discípulos antes de su Pasión (Joan., XIII); THOM. CEL., I, n. 110. ( 91 ) "Non enim fuerat evangelii surdus auditor, sed laudabili memoriae quae audierat cuneta commendans, ad litteram diligenter imphire curabat." THoM. CEL., I, 11. 22.
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