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LA PIEDAD DE SAN FRANCISCO 4-07 los otros "la veneración y el recuerdo y la alabanza de la pasión de nuestro Señor" ( 48). Pero propiamente hablando no se trata solamente de un oficio de la Pasión sino de un oficio de Cristo, en el cual se ensalzan los prin– cipales misterios de la vida del Hombre-Dios, pero de tal manera que la cruz y el Crucificado están siempre en el punto céntrico de toda la devoción. Hasta ,el salmo de vísperas de Navidad, que expresa la dicha por el nacimiento del Divino Niño, termina al fin recordando la pasión de Cristo: "Aclamad a Dios, nuestra fuerza; celebrad al Señor Dios vivo y veréadero con voces de júbilo. Porque el Señor Altísimo es terrible; Rey grande sobre toda la tierra. Pues el santísimo Padre del cielo, nuestro Rey antes de los siglos, nos ha enviado de lo alto su amado Hijo: y nació de la bienaventu– rada Virgen santa María. Él me invocará; Tú eres mi padre; y yo le haré ser el primogénito, el mayor de los reyes de la tierra. En aquel día mostró Dios su misericordia; y de noche su cántico. Éste es el día que ha hecho el Señor; alegrémonos y regocijémonos en él. Pues un santísimo y amado niño se nos ha dado y ha nacido por nosotros en el viaje y ha sido puesto en el pesebre; porque no tenía sitio en la posada. Gloria al Señor Dios en las alturas: y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad. Alégrense los cielos, gócese la tierra; dé saltos el mar y cuanto hay en él; regocíjense los campos y lo que hay en ellos. Cantad al Señor un cántico nuevo: cantad al Señor, toda la tierra. Porque el Señor es grande y digno de toda alabanza; temible más que todos los dioses. Dad al Señor, familias de los pueblos, dad al Señor gloria y honor; glorificad el nombre del Señor. Presentad vuestros cuerpos y llevad su santa cruz; y seguid hasta el fin sus santísimos mandamientos" ( 49 ). La devoción de San Francisco a Cristo se comunicó a toda su Orden y aun a toda aquella época que suele llamarse la época franciscana. Es conocido de todos que sus hijos guardaron esta devoción como una preciosa herencia. Eso se desprende ya del escudo de armas que la Orden ha adoptado, de la guardia de honor que desde el siglo xm hasta nuestros días hace a la Cruz en Tierra Santa, así como de la ( 4 8) "Ad reverentiam et memoriam et laudem passionis Domini. .. " LEM– MENs, 126; BoEI-IMER, 107. (49) LEMMENs, 147 s.; BoEJ-IMER, 121 s.

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