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404 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS nales, de la mejor manera posible con puro corazón y puro espíritu sirvan al Señor Dios, le amen, adoren y honren; pues eso es lo que él desea sobre todas las cosas. Y siempre le hemos de tener preparada en nosotros una morada a Él, que es el Señor, el Dios Todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo" ( 38 ). Y por fin toda la Regla de la Orden viene a terminar en aquel admi– rable capítulo que lleva por título: Oración, alabanza y acción de gracias: "Omnipotente, altísimo, santísimo y sumo Dios, Padre justo y santo, Señor, Rey de cielos y tierra, gracias te damos por ti mismo, porque Tú por tu santa voluntad y por tu único Hijo en el Espíritu Santo has producido todas las cosas espirituales y corporales, y nos has creado a nosotros a tu imagen y semejanza y colocado en el paraíso ( 39 ), de donde caímos por nuestro culpa. Gracias te damos, porque Tú, así como nos creaste por tu Hijo, así por el amor con que nos amaste, hiciste nacer de la gloriosa, bienaventurada, santa y siempre Virgen María, a ese mismo verdadero Dios y verdadero hom– bre; y quisiste redimirnos del cautiverio por su cruz, por su sangre y por su muerte. Y gracias te damos, porque ese mismo Hijo tuyo ha de venir otra vez en la gloria de su majestad a enviar al fuego eterno a los malditos, que no hicieron penitencia y no te conocieron, y a decir a todos los que te conocieron y adoraron y sirvieron en peni– tencia: « Venid, benditos de mi Padre, poseed el reino que os está preparado desde el principio del mundo» ( 40 ). "Y como nosotros, miserables y pecadores, no somos dignos de nombrarte, rogamos suplicantes que nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo amado, en quien tienes tus complacencias ( 41 ), a una con el Espíritu Santo Paráclito te dé gracias, como a ti y a ellos les agrada, por todas las cosas; ese Jesús que siempre te bastó para todo, y por quien nos hiciste tan grandes mercedes. Aleluya. "Y por tu amor humildemente rogamos a la gloriosa y bienaventu– rada Madre y siempre Virgen María, a San Miguel, Gabriel y Rafael, y a todos los coros de los espíritus bienaventurados, serafines, queru– bines y tronos, dominaciones, principados y potestades, virtudes, án– geles y arcángeles, al bienaventurado Juan Bautista, Juan Evangelista, Pedro y Pablo y a los bienaventurados patriarcas, profetas, Inocentes, apóstoles, evangelistas, discípulos, mártires, confesores, vírgenes, a los bienaventurados Elías y Enoc y a todos los santos, que ha habido, hay y habrá, que según te agrada, te den gracias por todas esas mercedes a Ti, sumo y verdadero Dios, eterno y vivo, con tu amadísimo Hijo (38) LEMMENS, 54 s.; BoEHMER, 21. (39) Cfr. Gen., I, 26 y II, 15. (40) MAIT., XXV, 34. (41) MA,IT., XVII, 5.
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