BCCCAP00000000000000000000714

390 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS sofismas de los sabios árabes. Pone todo el poder de la dialéctica aristotélica al servicio de la investigación teológica, conociendo clara– mente que la Escolástica tomará por medio de Aristóteles un vuelo verdaderamente gigantesco. Así abrió a los futuros héroes intelectuales Alberto, Tomás, Buenaventura, Duns Escoto, el camino por el cual llegaron éstos a sus inmortales triunfos (1 40 ). Su discípulo y sucesor Juan de Rupella (t 1245) llegó ya tan lejos, que no sólo desaprobó en público sermón la lucha que aun ardía contra Aristóteles y su filo– sofía, sino que la designó como provocada por el mismo Satanás. Tomando pie de un texto de la: Escritura, declara: "No se encontraba un herrero en todo el país de Israel; los filisteos habían prohibido este oficio, temiendo que los judíos se forjaran espadas y lanzas ( 141 ). Los herreros son los maestros de filosofía. Mirad si no, cómo levantan sus inflexibles, invencibles objeciones, las cuales aguzan el espíritu a manera de una espada; mirad qué lejos alcanzan sus argumentos a modo de lucientes lanzas. Por eso Satanás se empeña tanto en hacer imposible el estudio de la filosofía; es que no quiere que los fieles cristianos tengan un espíritu bien aguzado" ( 142 ). Siguiendo el proceder de los dos estudios generales de Oxford y París, la Filosofía se introdujo bajo el Generalato de Crescencio de Jesi (1244-1247) también en los demás estudios de la Orden. Ángel de Clareno dice expresamente que bajo Crescencio cayeron sobre la Orden "las plagas egipcias de las malas artes de Aristóteles" ( 143 ); que en aquel tiempo, entre otros excesos contrarios a la Regla se propagó también "aquella insaciable curiosidad", la cual a toda costa estaba empeñada "en introducir los estudios mundanos y en levantar una mul– titud de escuelas para estas disciplinas"; que sobre todo en las provin– cias italianas hubo muchos Frailes, que descuidando la oración prefi– rieron la vana e infructuosa ciencia de Aristóteles a la divina Sabi– duría; que deseaban con afán oÍJ:i la enseñanza de las ciencias naturales y la dialéctica y con ardiente fervor multiplicaban los estudios para las mismas ( 144 ). Ya entonces empezó con toda su fuerza la oposición de (14-0) Véase o. c., 198 ss., 459 ss. (trad. fr., 208 ss., 474 ss.). (141) I Reg., XIII, 19. (142) Véase FELDER, o. c., 461 (trad. fr., 476). (143) Expositio, 210. (144) Historia septem tribulationum, ed. EHRLE, Archiv, II, 356-358 (en DoLLINGER, pp. 466 s. está muy mutilado este pasaje, a pesar de que hubiera podido ver el texto del Padre EHRLE). Angel de Clareno está en un error, si ctee que ya en tiempo de Crescencio se introdujo en todas partes y definiti– vamente el estudio de la filosofía. Su introducción comenzó por entonces y se llevó a cabo en el transcurso de los 30 ó 40 años siguientes. Por fin este desarrollo se terminó con las Constituciones Generales de 1292, las cuales ordenaron: "Iura vero et physica in scholis theologie ab eodem lectore et eodem

RkJQdWJsaXNoZXIy NDA3MTIz