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388 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Teniendo en cuenta esta vocación, Francisco no sólo creía deber posponer a la oración toda clase de estudios, sino que además única– mente reconoce y recomienda los estudios teológicos. Y a la verdad, sí comparamos las diversas manifestaciones del Santo sobre la cuestión de la ciencia en su Orden, hallamos que en ellas no se mencionan más que "el estudio espiritual", el "estudio de la sabi– duría", el "estudio de las sagradas Escrituras", la "ciencia de la santa Teología", expresiones todas ellas, que como sabemos vienen a signi– ficar una misma ciencia, la Teología. En ninguna parte se habla de la sabiduría mundana o Filosofía ( 134 ). Parece que nunca se le propuso la cuestión de si ésta era o no permitida en su Orden. Si se la hubie– ran propuesto, seguramente hubiera respondido negativamente. Esto se entendía entonces sin más. Hasta el siglo xm no había en las escuelas de Occidente lugar para la Filosofía (1 35 ). El que quería dedicarse a estudios superiores de Teología, Derecho o Medicina, sólo tenía que traer aprendida la gramática, es decir, conocer la lengua latina de los sabios y a ser posible algo de Lógica, y lo que se llama Lógica, no era a su vez más que una introducción a las formas lin– güísticas de la enseñanza científica. Sólo en el siglo xn llegó a cono– cimiento de los Latinos la dialéctica de Aristóteles; a principios del siglo xm corrían también ya traducciones de la Física, de la Meta– física y de obras sobre ciencias naturales, de Aristóteles (1 36 ). Así de una vez se abrieron los tesoros imprevistos de toda la Filosofía griega. Con todo, el servirse de ella parecía cosa indigna de la ciencia cris– tiana y ante todo de la Teología, estando además unidas con peligros para la fe, porque al fin y al cabo el Estagirita a pesar de toda su genia– lidad estaba lleno de espíritu pagano. Además, las traducciones, que se presentaban, de sus obras procedían de filósofos árabes y fueron importadas de la península hispano-mora a la vez con los comentarios de Avicena y Averroes. Tratábase pues de hecho de una filosofía árabe, la cual, construída a base de un aristotelismo con frecuencia (134) Sólo ToMÁS DE CELANO (II, n. 189), dice: "Haec est (simplicitas), quae graecas glorias non optimas arbitrans, plus eligit facere cuam discere vel docere." Esto es sin duda una alusión a la filosofía griega; pero se trata de una reflexión personal de ToMÁs DE CELANO, no de un dicho de San Fran– cisco. (135) Para el siguiente resumen véase mi: Geschichte der J,Vissenschaftlichen Studien im Franziskanerorden, en especial pp. 447-490 (trad. franc., pp. 462- 504), donde se expone con toda extensión la introducción progresiva de la filosofía en las escuelas del siglo xn, sobre todo en las de los Mendicantes. (136) Las anteriores traducciones hechas por Boecio ( t hacia 524) se habían perdido al desmoronarse la civilización antigua, conservándose tan sólo los dos primeros libros del Organon, es decir, de la Lógica de Aristóteles. Véase l. e-, 200 (trad. franc., p. 210).

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