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382 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS que Francisco ni quería ni podía prohibir los libros a los Frailes. Los Frailes, escribe el Seráfico Doctor, están obligados a predicar según la voluntad de su Fundador. Ahora bien, si no quieren predicar fá– bulas, sino la palabra de Dios, y no conocen ésta si no la han leído y no pueden leerla sin libros, es evidente que el tener libros pertenece a la perfección de la vida franciscana con la misma razón que el predi– car. Y así como no repugna a la pobreza de la Orden el tener misales para celebrar misa, y breviarios para rezar el Oficio Divino, del mis– mo modo t11mpoco es contr:1 ella el tener las santas Escrituras y otros libros necesarios para la predicación. Por lo tanto en modo alguno está prohibido a los Frailes tener libros (1º 1 ). También Ubertino se declara de acuerdo con esta explicación, y advierte que, según contaba Fray León haber oído al mismo Francisco, quería éste que en cada casa hubiera una biblioteca común, provista de libros suficientes y pobres, no superfluos ni curiosos ( 1 º 2 ). En vida del Santo era suficiente una librería común de pocos volú– menes. No solamente Francisco sino toda la Orden en general desea– ba, como luego lo demostraremos, que el estudio se redujera a la Teo– logía y esta consistía sencillamente en una exégesis comparada de los textos bíblicos, a los cuales se añadían algunos pasajes explicativos de los Santos Padres: "in dictis Sanctorun et textu bibliae compara– tivae" ( 103 ). Podían pues contentarse fácilmente con la sagrada Escri– tura y algunas obras de los Santos Padres o con una catena de los Padres. Con el poderoso vuelo intensivo y extensivo, que pronto tomaron los estudios, fué menester aumentar en conformidad las bi– bliotecas de los conventos. La cuestión era pues tener en cuenta el nuevo, inevitable estado de cosas y sin embargo excluir toda posesión de libros como en los demás muebles. La única solución posible de esta dificultad consistía en que la Iglesia Romana tomara sobre sí el derecho de propiedad sobre estos objetos y los dejara a los Frailes para el uso. Gregario IX en 1230 sancionó esta solución de la cues– tión de las bibliotecas y libros, y aseguró que ella estaba en todo con– forme con las intenciones de su amigo Francisco, que él conocía muy bien ( 104 ). La misma interpretación sirve también de base a la (101) S. BoNAV., Epist. de tribus quaes., n. 5, Opera, VIII, 332 s. (102) " ... sicut dixit sanctus Leo ex ore ipsius (Francisci) volebat, quod in comuni ad hoc (studium) haberentur libri sufficientes et pauperes, non su– perflui nec curiosi." UBERTINus, Arbor vitae, lib. 5, c. 5. (103) UBERTINus, Responsio, 73, lib. 35. (104) "Et quum ex longa familiaritate, quam idem confessor Nobiscum ha– buit, plenius noverimus intentionem ipsius, et in condendo praedictam Regulam (del año 1223) obtinendo confirmationem ipsius per Sedem Apostolicam ipsi astiterimus ... " Bula Quo elongati. Bullar. francisc., I, 68. Cf., t. I, p. 187.

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