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XVII. SAN FRANCISCO Y LA CIENOA TA actividad apostólica y la vida apostólica eran también los dos L puntos de vista desde los cuales juzgaba Francisco la ciencia en la Orden. La actividad apostólica dió el impulso a la ciencia franciscana; la vida apostólica vino a ser su norma (1). I. Francisco y sus discípulos no conocían más que una esfera ideal de ocupación: la actividad apostólica. Por eso para ellos la ciencia (1) Hace bastantes años traté extensamente esta cuestión en mi obra: Ges– chichte der wissenschaftlichen Studien im Franziskanerorden bis um die Mitte des 13 Jahrhunderts, Friburgo de Brisgovia, 1904, traducida al francés por el P. EusEBE DE BAR-LE-nuc, Histoire des études dans l'Ordre de Saint Fran9ois depuis sa fondation jusque vers la moitié du XIII siecle, París, 1908. El libro echó por tierra las opiniones de muchos investigadores que sostenían que San Francisco y su Instituto primitivo habían adoptado una actitud hostil a la ciencia; pero algunos críticos opusieron el reparo de "si el autor no habría ido más allá de los límites, en su empeño de defender a San Francisco contra las acusaciones, por lo demás injustificadas, de haber menospreciado y tenido en poco la ciencia." (P. EuBEL, Liter. Rundschau, 1905, 332.) F. X. SEPPELT (Wis– senschaft und Franziskanerorden, ihr Verbiiltniss im ersten Jahrzent des letzte– ren, en: Kircbengescbichtliche Abhandlungen, publicados por SnRALEK, t. 4, Breslau, 1906, 151-179) sometió más tarde a una nueva crítica nuestras conclu– siones en lo que se refiere al tiempo anterior a 1221. Según dice al final, le parece que esas conclusiones "atribuyen a veces al primer decenio de la Orden un estado de cosas que no sobrevino hasta mucho más tarde, y que no escán libres de la tendencia de ver contenidos ya en los principios como en germen todos los desarrollos de épocas posteriores." (l. c. 178.) Pero a pesar de la diversidad de opiniones en puntos particulares, los resultados, a que ambos lle– gamos, no se diferencian mucho. Yo había resumido mi juicio en las siguientes palabras: "Caería en un grave error el que apoyándose en esas consideraciones (sobre el apostolado franciscano hasta 1219) quisiera encontrar entre los Frailes Menores de aquel tiempo importantes comienzos, aunque sólo fuesen privados, de estudios científicos" (Geschichte, 40, trad. francesa, pág. 56); y SEPPELT, se expresa en estos términos, que apenas se diferencian de los nuestros: "Si no queremos perdernos en conjeturas, sino atenernos a los hechos, y si no queremos despojar de su contenido el concepto que entonces se tenía de la ciencia, difí– cilmente podremos hablar de ciencia en la Orden." En el presente capítulo queremos examinar de nuevo el problema en forma compendiosa, continuando nuestro estudio anterior y teniendo en cuenta las observaciones, que sean funda– das, de nuestro crítico. 362
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