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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 357 mente Tomás de Celano ( 14 º). Hablaba todo el hombre, y su discurso era un espectáculo en eL mejor y más noble sentido de la palabra. Esto se explica en parte por el hecho de que en Francisco el orador estaba hermanado con el poeta, con una personalidad de :emperamento completamente poético; y en parte se explica por el hecho de que su predicación, según hemos visto, era la efusión de un coraz6n de após– tol, todo abismado en Dios y celoso por Dios. Pero lo que acaba de explicar por completo ese fenómeno es la unión de esos factores, es decir, el hecho de que el Poverello era un trovador espiritual, un juglar de Dios. Con razón se ha hecho notar que Francisco sintió en todos tiempos un pronunciado afán de representar. "Una infantil propensión a «representar papeles» (no conozco más que esta palabra profana para esta idea) le fué característica hasta su muerte; él «hace:i> de mendigo, «hace» de peregrino, «representa» las Navidades, «representa» la Cena. Más, su vida entera toma en él la forma de «representación» en el más alto sentido de la palabra; pues el seguir a Cristo es para él imitar, remedar completamente a Cristo, vivir la misma vida del Redentor hasta las mortales agonías del Gólgota" ( 141 ). No es pues de maravillar que también como predicador "represente", que "represente" las verdades cristianas exactamente igual que los juglares seglares pronunciaban sus "canciones de gesta" tañendo y representando. Nunca renegó de esta manera de predicar sumamente popular, bien hablara a personas sencillas o bien a hombres sabios y encumbrados, manteniéndola aún delante de la Corte Pontificia. Habló a la ilustre asamblea del Papa y de los Cardenales con tal fervor de espíritu, que como fuera de sí de alegría, a cada palabra que salía de su boca movía los pies como para bailar, no a manera de comediante, sino como hom– bre abrasado en amor de Dios, de tal modo que nadie era incitado a risa sino antes bien todos eran movidos a dolor y contrición. Su mismo amigo Hugolino había temido al principio y había rogado con todo fervor al Señor que nadie despreciara la simplicidad del piadoso varón; después se alegró con toda la asamblea en vista del admirable sermón del juglar de Dios ( 142 ). Todavía en los últimos días de su vida mostró el Santo, cuán grata (140) " ... de coto corpore fecerat linguam." THoM. CEL. I, 97. (141) BoEHMER, Analekten, L, donde trae las pruebas de su afirmación. (14 2 ) "Qui (Franciscus) coram tantis principibus assistens, licentia et bene– dictione suscepta, intrepidus loqui coepit. Et quidem cum tanto fervore spiritus loquebatur, quod non se capiens prae laetitia, cum ex ore verbum proferrct, pedes quasi saliendo movebat, non ut lasciviens, sed ut igne divir:i amoris ardens, non ad risum movens, sed planctum doloris extorquens. Multi enim ipsorum compuncti sunt, divinam gratiam et tantam viri constantiam admirantes. Verum venerabilis Dominus episcopus Hostiensis timore suspensus erat, totis visceribus orans ad Dominum, ne beati viri contemneretur simplicitas, quoniam in eum

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