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356 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Precisamente porque Francisco estaba tan íntimamente unido con Dios y se deshacía por completo buscando sus intereses, se presentaba delante del más selecto y numeroso auditorio con una seguridad y con– fianza tal, como si estuviera tratando con un íntimo amigo. Dominaba tan perfectamente las más grandes masas populares, como si fueran un solo hombre, y a una sola persona predicaba con tanto fervor como si tuviera delante de sí a una multitud de miles de personas (1 35 ). Tan luego como comenzaba a hablar, comunicábase también a todo su exterior el entusiasmo que reinaba en su interior. Tomás de Celano lo pinta así con pocos rasgos: "Era un hombre sobremanera elocuente; su semblante brillaba de alegría; la expresión de su rostro estaba llena de bondad, el lenguaje suave, fogoso y agudo; la voz poderosa, dulce, clara y armoniosa; Cristo, la fuerza y sabiduría, daba a su voz fuerza y poder" ( 136 ). Su voz era, según testimonio de los Tres Compañeros y del Seráfico Doctor, como antorcha de fuego que brillaba hasta las profundidades de los corazones y comunicaba sus ardores a los oyen– tes, de modo que involuntariamente se, sentía que no hablaba con elo– cuencia humana sino por inspiración e impulso divino ( 137 ). El Santo acompañaba su sermón de un accionado nada común, que le era peculiar. El estudiante de Bolonia que lo oyó y vió predicar el día de la Asunción de 1222, quedó tan asombrado de ello, que advierte: "Francisco no exponía a modo de un predicador, sino más bien como un orador popular" ( 133 ). Todo en él era vida, movimiento, claridad, de tal modo que la gente acudía no sólo para oírle sino también para verlo ( 139 ). "De todo su cuerpo hacía una lengua" dice oportuna- (135) "Revera constantissimus erat valde, et in nullo, nisi quod erat Domini, attendebat. Nam cum inter multa millia hominum verbum Dei saepissime praedi– caret, ita securus erat, ac si cum familiari socio loqueretur. Populorum maximam multitudinem quasi virum unum cernebat, et uni quasi multitudini diligentissime praedicabat." TttoM. CEL, I, n. 72. "Eadem mentis constantia magnis loquebatur et parvis, eademque spiritus iucunditate paucis loquebatur et multis." S. BoNAv., c. 12, n. 8. (136) "Facundissimus horno, facie hilaris, vultu benignus ... lingua placabilis, ignea et acuta; vox vehemens, dulcis, clara et sonora ... Dabat voci suae vocem virtutis vera virtus et sapientia Christus." THoM. CEL. I, n. 83; II, n. 107. (137) "Erant autem verba eius non inania, nec risu digna, sed virtute Spiritus Sancti plena, cordis medullas penetrantia, ita ut in stuporem vehementer conver– terent audientes." Tres Socii, n. 26. "Erat enim verbum eius velut ignis ardens (Eccli., XLVIII, 1), penetrans intima cordis, omniumque mentes admiratione replebat, cum non humanae inventionis ornatum praetenderet, sed divinae revela– tionis afflatum redoleret." S. BoNAv., Leg., c. 12, n. 7. (138) "Nec tamen ipse modum praedicantis tenuit, sed quasi concionantis." Ex THOMAE bistoria pontificum Salonitanorum et Spalatensiunz, ed. H einemann, 580. En BoEHMER, 106. (139) "Omnis aetas, omnis sexus properabat virum novum mundo caelitus da– tum et cernere et audire." S. BoNAV., Leg., c. 12, n. 8.

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