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346 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS dores de penitencia). No sabemos por documento alguno cuándo la Iglesia juzgó cumplida esta condición, pero ya pocos años después de fundada la Orden, comenzaron los Frailes la predicación dogmática. Es significativa a este respecto la inauguración del apostolado entre infieles emprendido por Francisco ya desde el año 1212-1213. Él mismo partió por entonces "a predicar a los Sarracenos y otros infieles la fe cristiana y la penitencia" ( 93 ). Desde aquel punto las misiones entre infieles fueron cultivadas con fervor siempre creciente por él y por muchos de sus Frailes, de tal modo que ya en 1221 hubo necesidad de organizarlas. En el correspondiente capítulo de la Regla indica el santo Fundador a los Frailes que se dedican a misionar, dos medios para trabajar entre los sarracenos y demás infieles. El primero con– siste en dar sencillamente el ejemplo de una vida verdaderamente cris– tiana y en confesar firmemente su fe; el segundo consiste en predicar las verdades de la fe, y ante todo los misterios de la Trinidad, Encar– nación y Redención ( 94 ). Paralelamente con las misiones entre infieles fué introduciéndose también poco a poco la predicación dogmática de los Frailes entre el pueblo cristiano. En este punto tenían que llenar, a una con los domi– nicos, un gran vacío. La instrucción religiosa dejaba mucho que desear a principios del siglo xm. Los Concilios tenían que amonestar de con– tinuo al clero encargado de la cura de almas que enseñaran y expli– caran a los fieles por lo menos el Símbolo de los Apóstoles ( 95 ) con los diez Mandamientos ( 96 ), la oración dominical ( 97 ) y la salutación angélica ( 98 ). En las parroquias mayores se debía además exponer en los domingos y días de fiesta el Evangelio o Epístola del día ( 99 ). Pero aun esta instrucción en materias de fe, que era lo menos que podía exigirse, era difícil de llevar a cabo, pues al clero parroquial faltaba con frecuencia el celo y aún con más frecuencia los conoci– mientos necesarios. Muchos párrocos había tan ignorantes que era preciso inculcarles que primero se instruyeran ellos mismos oyendo a otros predicadores, antes de que se pusieran a enseñar a sus feli– greses ( 100 ). En ocasiones se ordenaba a los arcedianos que con pala- (93) " ... ad praedicandum fidem christianam et poenitentiam Saracenis et ceteris infidelibus." THOM. CEL. I, n. 55. Cfr. supra, t. II, p. 101 ss. (94) Regula 1, c. 16, Opuse. LEMMENs, 44; BoEHMER, 14. (95) Odonis episcopi Parisiensis Synodales Constitutiones (1198), n. 32, en HARDUIN, Acta Concil. VI, pars II, 1944. (96) Sínodo de Tréveris (1227) en MANs1, Concil. Collectio, XXII, 31, n. VIII. (97) Sínodo de Gran (1114), en MANSI, XXI, 100, c. 2. (98) RrcHARD PooRE, Constitutiones (1217), c. 3, n. 4, en HARDUIN, VII, 90. (99) Sínodo de Gran, ibíd. (100) Sínodo de Tréveris, ibíd.
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