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334 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS a los legos sino también al clero y a los religiosos ( 37 ). No poseemos más exactas noticias sobre el modo y manera como los Frailes admi– nistraban el Sacramento de la Penitencia, porque este aspecto del apostolado no permite siquiera una observación más inmediata. H. Por el contrario, conocemos con bastante exactitud en su propia característica la predicación franciscana, que fué la más antigua e im– portante ocupación del apostolado ( 38 ). Ante nuestros ojos aparecen claramente la naturaleza, el contenido, el método de la predicación tanto en la manera de componer como de pronunciar los sermones, y finalmente la relación entre la predicación y 1~ vida. Para apreciar justamente la naturaleza de la predicación franciscana debemos examinar más detenidamente la diferencia, ya antes apun– tada, entre las exhortaciones piadosas y la predicación propiamente dicha ( 39 ). En un principio ejercitaban Francisco y sus Frailes sólo la primera clase de predicación. En las casas donde trabajaban y se hospedaban, en las calles, en las plazas públicas, en el campo y dondequiera que se presentaba ocasión, dirigían al pueblo, como los Apóstoles, breves palabras de exhortación al bien, sin que estas amonestaciones aforísticas tuvieran el carácter de predicación eclesiástica. Dondequiera que Francisco encontraba reunido cierto número de gentes, les dirigía el saludo evangélico: "El Señor os dé su paz." A continuación añadía con fervor de espíritu y con santa alegría su exhortación, la cual, sencilla en las expresiones y magnífica en los sen– timientos, edificaba a todos ( 4 º). Mas con todo, por muy profunda impresión que causaran sus palabras y por asombrosos que fueran los frutos que producía, se hace notar expresamente que no se trata de una predicación propiamente dicha sino solamente de exhortaciones a penitencia, a la paz, al bien, y cuando el maestro había terminado, (37) "Missi sunt Fratres a sede apostolica per mundum, muniti eius testi– monio, qui praedictos defectus clericorum, ubi necesse fuerit, suppleant et indige11tiae fidelium subve11ia11t, et 11011 ta11tum laicos, sed et ipsos clericos et religiosos praedicationibus instruant, exhortationibus a malo retrahant et in bono confortent, et in confessionibus poenitentes absolvant et ad vitam gratiae trahant, insuper exemplis aedificent et orationibus gratiam eis et veniam impe– trent apud Deum." Opera, VIII, 380, n. 17. (38) HuMBERTo DE RoMANs (De eruditione praedicatorwn, lib. I, c. 20, A1ax. Bibl. PP., t. 25, 442), demuestra con razones tan convincentes como entusiastas que el ejercicio de la predicación debe ser tenido en más que todas las obras de penitencia y de misericordia, en más que la administración de los Sacra– mentos. Hay que preferir la predicación al oír confesiones, porque en la con– fesión no se ayuda cada vez más que a una persona, al paso que con la predi– cación se acude a muchas al mismo tiempo. (39) Cfr. supra, p. 314. (4-0) THoM. CEL. I, n. 23.

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