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332 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Pero esto fué precisamente lo que acabó de estimular la envidia de muchos clérigos seculares, que se creían amenazados en sus dere– chos y en sus rentas. Levantaron al Papa y al Emperador tan violen– tas e incesantes quejas (2 2 ), que Inocencio IV, que había defendido en toda su extensión los privilegios de los mendicantes ( 23 ), limitó en 1254 las facuitades concedidas por sus predecesores y prohibió en espe– cial a los religiosos confesar a nadie sin permiso expreso del párroco respectivo ( 24 ). Pero ya al cabo de un mes revocó Alejandro IV este decreto (2 5 ) y obligó poco después a todos los Obispos y sacerdotes seculares a que protegieran a los Mendicantes en la conservación y ejercicio de todos los privilegios recibidos de los Papas ( 26 ). A pesar de esto se alzaron, es verdad, con tanto más furor muchos enemigos de ambas fessiones audire, quamvis ad hoc habeant competentem sufficientiam. Isti sunt similes agricolae, qui libenter seminat et nihil vult metere. Per praedicationem enim seminatur, per confessionem vero colligitur fructus ... Ad praedicatorem, si sit sufficienter idoneus ad confessiones audiendas, pertinent, quod eas libenter audiat. (22) Véase la declaración, que citamos luego, del Papa Inocencia IV en sn Bula Etsi animarum; y también la carta dirigida a Pedro de la Viña, canciller de Federico II, que hemos citado antes, y sobre todo el famoso escrito de GuILLERMo DE ST.-AMOUR, Tractatus de periculis novissimorum temporum, Ope– ra omnia, Constantiae, 1632, 17-72. ( 2 3) El 27 de marzo de 1248 escribió al Obispo de Pamplona: "Intelleximus, quod tu Fratribus Minoribus, ne in tua civitate ac dioecesi officium praedica– tionis exerccant et confessiones fidelium audiant pro tuae interdicis arbitrio voluntatis. . . mandamus, quatenus praedictos Fratres verbum Dei proponcre ac fidelium confessiones in praefatis civitate ac dioecesi libere audire permittas." (Bullar. francisc., I, p. 510, n. 269). Lo mismo inculcó a 11 de enero de 1249 (ibíd., p. 528, n. 298) al Arzobispo de Colonia. (24) En esta Bula Etsi animarum (cfr. EccLESTON, col!. XV, p. 118), fechada el día 21 de noviembre de 1254 (DENIFLE-CHATELAIN, Chart. Universit., París., t. I, pp. 267-272, n. 240), la cual, aunque dirigida a todos los religiosos, estaba de hecho destinada a solo los Dominicos y Franciscanos, ya que los demás Monjes no se dedicaban al apostolado, se dice entre otras cosas, lo siguiente: "Sane gravis et clamosa querela nostris assidue auribus inculcatur, quod nonnulli vestrum suis iuribus et finibus non contenti parochianos alienas. . . in foro poe– nitentiali periculose absolvunt. . . nec ipsos sine sui sacerdotis licentia ad poeni– tentiam ullatenus admittatis, cum si quis alieno sacerdoti insta de causa sua voluerit confiteri peccata, secundum statuta Concilii (Lateran. IV) licentiam prius postulare ac obtincre debeat a proprio sacerdote, vel saltem prius sibi confiteri et recipere absolutionis bencficium ab eodem." (25) Por la Bula Nec insolitum, de 22 de diciembre de 1254 (Bull. franc., II, p. 3, n. 2), ALEJANDRO IV la escribió el día siguiente de su coronación, des– pués que ya el mismo día de su elección (12 de diciembre de 1254) había anulado de viva voz la Bula Etsi animarum de su predecesor (EccLESTON, col!. XV, pp. 119 ss.; Chron. XXIV Minist. General, ed. Analecta Franc., III, 278). (26) Bula Patris aeterni, de 9 de abril de 1255 (Bull. Franc., II, 29 ss., n. 39).
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