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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 327 var la cruz de Cristo. Tan insaciable era su celo por las almas ( 1 º 5 ). Caballero hasta la última hora de su vida y hasta la última fibra de su corazón, se propuso ha.cer todavía grandes cosas a las Órdenes de Cristo: y aunque sus miembros estaban ya débiles y extenuados, su espíritu seguía fuerte y fervoroso, esperando nuevos triunfos sobre el enemigo. Pues la desidia y la pereza no tienen lugar, donde el agui– j6n del amor incita a cosas siempre mayores" ( 1 º 6 ). Este ardoroso celo por las almas a ejemplo de Cristo debía pasar como precioso legado de Francisco a sus discípulos. "Quería Fran– cisco, dice su más antiguo biógrafo, que sus hijos fueran del todo semejantes a él en el celo por las almas de que estaba lleno" ( 107 '). De hecho el celo ardiente por la salvación de las almas fué la preciosa herencia de los primeros Frailes Menores ( 1 º 8 ) y de los grandes após– toles franciscanos de todos los siglos, de un San Antonio de Padua, Bertoldo de Ratisbona, Bernardino de Sena, Juan de Dukla, Pedro de Alcántara, Francisco Panigarola, Cornelio Musso de Placencia, Lo– renzo de Brindis, Marcos de Aviano, José de Leonisa, Procopio de Templin, Martín de Cochem, Leonardo de Puerto Mauricio, Diego de Cádiz y otros innumerables. El celo por las almas debe continuar siendo el maestro y el manantial inagotable del apostolado franciscano. (l'Ü5) "Tantum quoque animarum diligebat salutem et proximorum sitiebat lucra, ut cum per se ambulare non posset, asello vectus circuiret terras." lbíd., n. 98. S. BoNAV., c. 14, n. l. (106) S. BoNAv., ibíd.; THoM. CEL. 1, n. 103. ( 1 07) "Animarum zelo, quo perfecte repletus erar, volebat sibi filios vera similitudine respondere." THOM• CEL. II, n. 155. ( 108 ) " ..• proximorum lucra sitiebant ardenter, quos desiderabant ut salvi essent." lbíd., I, n. 27.

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