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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 325 trataron seriamente entre sí, si no les sería mejor retirarse a la sole– dad en vez de vivir entre los hombres y trabajar por los hombres. Pusiéronse en la balanza las razones en pro y en contra y pesáronse en fervorosa oración. Por fin lo que hizo bajar la balanza fué la vocación que habían recibido de seguir, a fuer de caballeros, a Cristo. Cristo había vivido y muerto por salvar las almas. Pues también el nuevo caballero de Cristo con sus Frailes quería vivir no para sí solo, sino para aquellos por quienes ha muerto Cristo ( 1 º 2 ). Este celo por la salvación de las almas a ejemplo del divino Reden– tor fué también lo que más tarde le movía siempre a perseverar en la vocación apostólica, por más que a n:enudo y con mucha fuerza se sentía arrastrado a la vida puramente contemplativa. Volviendo una vez de la soledad de la oración, se encontró durante varios días sin poder resolver la duda de si debía abandonar el ejercicio de la predi– cación. Por fin propuso la cuestión a ~os Frailes de su confianza para que la resolvieran. "¿Qué me aconsejáis?, les preguntó. ¿Qué me re– comendáis? ¿Debo entregarme a la oración o andar de aquí para allí '· predicando? Porque yo, hombre pequeñuelo, simple e ignorante en el arte de la palabra, he recibido en más alto grado la gracia de orar que el don de hablar. En la oración se ganan y acumulan gracias, en la predicación se reparten los bienes recibidos del cielo, en la oración se purifican los afectos, se une al único, verdadero y sumo bien, se robustece la virtud; en la predicación se empolvan los pies, se distrae en mil cosas, se relaja la disciplina: en la oración hablamos con Dios y le escuchamos, conversamos con los ángeles y llevamos por decirlo así una vida angelical; en la predicación tiene uno que rebajarse a los hombres, vivir humanamente entre ellos, pensar, ver, decir y oír cosas humanas. Pero hay una cosa que se opone a todas estas ventajas y parece que prepondera ante Dios; y es que el Hijo Unigénito de Dios, qne es suma sabiduría, bajó del seno del Padre para la salvación de las almas. Vino a instruir al mundo con su ejemplo y anunciar a los hom– bres la palabra de salvación, a redimirlos con el precio de su sangre, purificarlos en el baño de su sangre y alimentarlos con la bebida de su sangre, no reservándose absolutamenae nada, que no ofreciera por nuestra salvación. Ahora bien, como nosotros debemos obrar en todas las cosas según ese modelo, me parece que será más del agrado de Dios, si interrumpiendo el descanso, salgo al trabajo." (102) "Conferebant pariter veri cultores iustitiae, utrurn Ínter hornines con-. versari deberent, an ad loca solitaria se conferre. Sed sanctus Franciscus, qui non de industria propria confidebat, sed sancta oratione ornnia praeveniebat negotia, elegit non sibi vivere soli, sed ei, qul pro ornnibus rnortuus est, sciens se ad hoc rnissurn, ut Deo animas lucraretur, quas diabolus conabatur auferre." Ibíd., I, n. 35.

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