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320 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS países de Occidente, él con Fray Pedro Catanii partió para Damieta, ciudad de Egipto, donde el ejército cruzado sostenía terrible lucha contra las huestes del Sultán Malek-al-Khamil. "El santo Padre, ad– vierte Jordán de Giano, no quería dar la impresión de que buscaba el descanso al tiempo mismo que enviaba a los Frailes a los trabajos y penalidades por amor de Cristo; al contrario, como era tan caba– lleroso quería adelantarse a todos en el camino de Cristo, por lo cual habiendo enviado sus hijos a misiones llenas de peligros, se expuso él mismo, abrasado en amor a la Pasión de Cristo, a los peligros ciertos de un viaje por mar y llegando a los infieles se dirigió a la presencia del Soldán" ( 81 ). Empresa atrevida por cierto, pues el príncipe sarra– ceno había puesto a precio muy alto toda cabeza de cristiano ( 82 ). Mas Francisco se presentó con tal dulzura y mansedumbre, y al mismo tiempo con tal intrepidez y con tan santa libertad, que el tirano no se atrevió a causarle mal ninguno, sino que le escuchó complacido y le permitió anunciar la doctrina cristiana. Pero tan pronto como notó que el mensajero de la fe atacaba los errores mahometanos, lo hizo llevar de nuevo con honores militares al campamento cristiano. Tampoco esta vez consiguió Francisco lo que con tantas ansias de– seaba, el martirio por la fe ( 83 ). Llegado nuevamente a Italia, <lió la última mano a la primera Regla de la Orden, en la cual hay dos capítulos sobre el apostolado; de ellos uno (cap. 17) trata de la predicación entre los fieles, el otro (cap. 16) de la predicación entre los "sarracenos y otros infieles" ( 84 ). Dos años más tarde tuvo lugar la redacción de la Regla definitiva, en la cual se hallan de nuevo estos capítulos en forma más breve, pero sustancialmente de igual contenido ( 85 ). En lo que se refiere a las misiones entre infieles, Francisco determina en ella para todos los tiempos: "Si algunos de los Frailes por divina inspiración quisieren ir entre los sarracenos y otros infieles pidan licencia a sus Ministros Provinciales: mas los Ministros a ninguno den licencia de ir sino a los que vieren ser aptos para ser enviados" ( 86 ). Con esto está proclamado (81) loRD. A !ANO, n. 10. (82) S. BoNAV., c. 9, n. 7. (83) Sobre la estancia de Francisco en el campo cristiano y en el sarraceno, de Damieta, poseemos dos relaciones del testigo ocular ]Acono DE VITRY, en BoEHMER, Analekten, 101 s., 104 s. Véase también THoM. CEL. I, n. 57; II, n. 30; S. BoNAV., c. 5, n. 7-9; loRn. A lANo, n. 10. (84) Opuse., ed. LEMMENS, 43-48; BoEHMER, 14-17. (85) Opuse., ed. LEMMENs, 71, 73 s.; BoEHMER, 33 s., 35. (86) El lugar paralelo de la antigua Regla (Cap. 16) dice así: "Por eso los Frailes, que por divina inspiración quisieren ir a los sarracenos y otros infieles, vayan a ellos con la licencia de su Ministro y siervo. Mas el Ministro déles la licencia y no se la niegue si los ve aptos para esa misión, pues él tiene que dar cuenta al Señor, si en este o en otros puntos obra indiscretamente."
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