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EL APOSTOLADO FRANCISCANO 309 iglesia ( 30 ). No comprendía Francisco todavía que Cristo con aque– llas palabras se refería al templo espiritual por el cual él había dado su propia sangre. Le parecía inconcebible que él fuera el escogido para renovar con sn apostolado la Iglesia por toda la redondez de la tierra ( 31 ). Aún pasó bastante tiempo hasta que finalmente la Providencia des– corrió el velo que ocultaba a sus ojos el campo de su apostolado. Al hablar de su vocación a la vida evangélica y apostólica, hemos men– cionado ya el hecho que lo decidió ( 32 ). Pero aquí es preciso que vol– vamos una vez más sobre ello en atención a su llamamiento al minis– terio apostólico. Era en la iglesia de la Porciúncula el 24 de febrero de 1209 (1208). Francisco oyó en la misa el pasaje evangélico en que Cristo envía a sus discípulos a predicar. Profundamente emocionado, luego de la misa rogó al celebrante que le explicara aquel pasaje del Evangelio. Y cuando se enteró de que un verdadero imitador de los Apóstoles no debe poseer oro ni plata ni cobre, ni llevar alforjas o bolsa o bas– tón, ni tener zapatos ni dos túnicas, sino que despegado de lo terreno debe predicar el reino de Dios y la penitencia, saltó de júbilo y dijo: "Esto es lo que quiero, esto es lo que yo busco, esto deseo hacer de todo corazón" ( 33 ). Este rayo de luz celestial iluminó de· un golpe todo el camino· de su futura vida. Debía ser, como advierte Jordán de Giano, "un segui– dor de la pobreza evangélica y al mismo tiempo un celoso predicador del Evangelio" ( 34 ), debía como los apóstoles, !Jn.t:1:~_ciar al mung_Qy ~e:~Jt/1:t11:rí~~~e~;-··i 1 oi~ii 0 i 9 Er:dí¿~¿i1iin~i!t~fr¿~;e\fo'ü~~f~, al mundo y trabajo en el mundo a ejemplo de los apóstoles, vida apostólica y actividad apostólica debían por igual modo ser esenciales a la vocación de San Francisco, como formaban también parte de la vocación de los Apóstoles y se hallan indisolublemente unidas en el evangelio de la misión de los discípulos. Así pues Francisco cumplió sin demora el Evangelio que acababa de oír, arrojó de sí bastón, bolsa y zapatos, vistióse un vestido mise– rable ( 35 ) y "lleno de fervor y alegría de espíritu comenzó a predicar a todos penitencia, edificando a los oyentes con palabras sencillas y (30) THoM. CEL. 1, n. 16; 11, n. 10 s.; Tres Soc., n. 13. (31) THoM. CEL, II, n. 11. (32) Cfr. supra, pp. 21 ss., 89. (33) TaoM. CEL. I, n. 22; Tres Soc., n. 25; S. BoNAV., c. 3, n. l. ( 34 ) " ••• imitator evangelicae paupertatis effectus et sedulus evangelii prae– dicator." foRD. A IANo, n. 2. (35) foRD, A !ANO, n. 2.

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