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'292 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS una vergüenza para nosotros, servidores de Dios, que el podestá y el obispo se odien de esa manera y que nadie se ofrezca para recon– ciliarlos." Al punto añadió al cántico del sol, que ya para entonces había compuesto, una estrofa, la estrofa de la paz, que suena de esta manera: Loado seas, mi Señor, por quienes perdonan por tu amor y sufren enfermedad y tribulación, dichosos los que sufrirán en paz, porque de ti, Altísimo, coronados serán. Después envió un Fraile al podestá y le rogó que fuera al palacio episcopal acompañado de los magistrados y pueblo de la ciudad. Llamó entonces a otros dos Frailes y les dijo: "Id ahora al obispo y al podestá y a los demás que están reunidos con ellos, y cantad en su presencia el Cántico del sol. Confío en Dios que se ablandarán sus corazones y volverán de nuevo a la anterior amistad y amor." Así sucedió. Y cuando los dos Frailes comenzaron a cantar en nombre de San Francisco, el obispo y el podestá y toda la muchedumbre que se hallaba reunida en la Piazza del Vescovado, se pusieron a escuchar con las manos juntas, como si se estuviera leyendo el Evangelio en la iglesia, y al fin rompieron a llorar. Cuando las últimas notas se hubie– ron apagado, adelantóse el podestá y habló delante de toda la con– currencia: "En verdad os digo que yo no sólo perdono al obispo, a quien quiero y debo servir como a mi señor, sino que también per– donaría al que hubiera dado muerte a mi mismo hermano o hijo." Después cayó de hinojos ante el obispo y dijo: ''Por amor de nuestro Señor Jesucristo y de su siervo Francisco estoy dispuesto a daros satis– facción como mejor os pareciere." El obispo se inclinó, hizo levan– tarse a su enemigo y abrazándolo le dijo: "Conforme a mi cargo me estaría bien el ser humilde; pero como naturalmente soy inclinado a la ira, es preciso que me perdones." Todos alabaron a Dios, que por mediación de San Francisco había restablecido la paz y concordia ( 11 ). Para llevar a cabo su misión de paz, Francisco y sus discípulos evi– taban todo aquello que pudiera ocasionarles discordias consigo mis– mos o luchas con los otros ( 12 ), procurando conversar con todos los (9) Esto se deduce de un testimonio del Arcediano ToMÁS DE SPALATo, de quien hablaremos más tarde. (10) Tres Soc., n. 29. (11) Spec. perf., c. 101. (12) Todavía HuMBERTO DE RoMANs, o. P. (De eruditione praedicatorwn, lib. 5, c. 26, Maxima Bibliot. PP., t. XXV, 468) da mucha importancia a esto: "Fratres Minores declinent occupationes turbativas, ut pacem (quam optare eos Beatus Franciscus voluit docendo eos dicere «Dominus det vobis pacem») habere pos– sint."
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