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SAN FRANCISCO Y LAS OBRAS DE MISERICORDIA 283 a tu señor, para que salves tu alma; puede ser que él te restituya los bienes que te ha quitado. De lo contrario habrás perdido tu hacienda y perderás también tu alma." A lo que contestó: "No puedo perdo– narle, mientras no me devuelva lo robado." Entonces quitóse Fran– cisco el manto que traía sobre sus hombros, y dijo: "Mira, te doy esce manto y te ruego que por amor de Dios perdones a tu señor." Con este favor se apaciguó el hombre, recibió el regalo y perdonó la injuria ( 45 ). Vemos, pues, que Francisco no se contentaba con reconciliar a los pobres con su suerte, mostrándoles una exquisita benevolencia, aba– jándose voluntariamente a su pobreza y levantándolos hasta el divino Salvador pobre; además pro·curaba socorrer con las obras a los pobres. ¿Cómo podía hacer esto, siendo así que él mismo nada poseía en este mundo? Ahí estaba precisamente su secreto. Ante todo repartía con los pobres la mísera comida, que la Provi– dencia le había preparado. Para él era evidente sin más que todos los hambrientos tenían derecho a ser acogidos hospitdariamente por los Frailes. Y cuando les daba limosna lo hacía con una tan grande amabilidad y buenos modos, como si fuera él quien recib_iera favores de ellos. Así sucedía que nunca repartía una limosna corporal, sin que al mismo tiempo promoviera la salud espiritual de los pobres ( 46 ). Se veía inconsolable, cuando en casa no encontraba nada que pu– diera dar a los pobres, llegando entonces a regalar hasta los objetos de uso más necesarios. Un día vino la madre de dos religiosos y le pidió confiadamente una limosna. El Santo llamó a su Vicario Pedro Catanii y le preguntó: "¿Podemos dar una limosna a nuestra madre?" (Llamaba madre suya y de todos los Frailes a la madre de cada Frai– le.) Fray Pedro respondió: "Nada hay en casa que podamos darle, como no sea el Nuevo Testamento, que a falta de Breviario usamos para rezar maitines." A lo que contestó el Santo: "Da ese Nuevo Testamento a nuestra madre, para que lo venda y se procure lo nece– sario; pues el mismo Nuevo Testamento nos exhorta a que socorra– mos a los pobres. Yo creo que ha de ser más agradable a Dios si lo regalamos que si leemos en él." Dieron, pues, el libro a la mujer y así resultó que el primer Nuevo Testamento que hubo en la Orden fué enajenado por caridad ( 47 ). (45) Ibíd-; II, n. 89. ( 4 G) In eleemosynarum datione animarum lucrum potius quam carnis subsi– dium requirebat, non minus in dando quam in accipiendo se ipsum ponebat cae– teris in exemplum". THoM. CEL. II, n. 78. (47) " •.. Da matri nostrae Novum Testamentum, ut vendar illud pro sua neces– sitate, quia per ipsum monemur subvenire pauperibus. Credo equidem, quod magis inde placebit donum quam lectio. Datur ergo mulieri libcr, et primum Testamentum, quod in Ordine fuit, sacra hac pietate distrahitur." lbíd., n. 91.
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