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SAN FRANCISCO Y LAS OBRAS DE MISERIL'URüfA 279 gua Regla de Terciarios, la cual en su sustancia se remonta seguramente hasta Francisco, contier:e ya prescripciones sobre el cuidado de los enfermos ( 3 º). Las dos grandes lumbreras de la Orden Tercera, San Luis IX rey de Francia, y Santa Isabel hija del rey de Hungría precedieron a todos con su ejemplo. San Luis no sólo edificó numerosos hospitales con sus propios re– cursos ( 81 ), sino que además lavaba los pies a los leprosos, los enjugaba y besaba, llegando hasta el punto de compartir con ellos su propia ¡ mesa y de comer, lleno de respeto para con el divino Salvador, los restos de comida que aquéllos habían tocado con sus asquerosas manos y después arrojado ( 82 ). La amada Santa Isabel se encerr6 en el hospital, que ella misma había fundado en Marburgo, para dedicar únicamente a los enfermos los últimos años de su vida. Día y noche se hallaba ocupada en lim– piar y vendar sus llagas, en darles las medicinas, en consolarlos y conducirlos a Dios, no retrocediendo ante los más repugnantes ser– vicios. Pero sus favoritos eran los leprosos, por los cuales se sacrificaba con insuperable grandeza de ánimo y con indecible alegría. Tomó en particular a su cuidado una niña leprosa, la cual estaba tan defor– mada por la enfermedad, que nadie en el hospital osaba acercarse a ella y aun mirarla. Isabel la llevó a su propia habitación, le cedjó su lecho, lavó sus llagas, se arrodilló ante ella: para quitarle los zapatos y cortarle las uñas, permaneció muchas horas junto a ella y trató de reanimarla jugando con ella y hablándole con ternura maternal. "¡O qué dichosas somos, decía a sus compañeras la Santa, qué di– chosas somos, que podemos lavar y vestir en los leprosos a nuestro Señor y Salvador!" Y al Provincial de Franciscanos Fray Gerardo dijo un día: "¡Ay padre mío! El más ardiente deseo de mi corazón es siempre el ser considerada y tratada como una leprosa ordinaria. Yo desearía que se hiciese para mí, como para estas pobres gentes, una pequeña cabaña de paja y heno, y que delante de su puerta se pusiera un lienzo para advertir a los pasajeros, y un platillo en que pudiesen echar algunas limosnas" ( 83 ). (30) "Cum aliquem fratrum ve! sororum contigerit infirmad, ministri per se ve! per alios, si infirmus eis fecerit nuntiari, semel in hebdomada visitent infir– mantem et ad poenitentiam commoveant et, sicut viderint expediri, necessaria corporis, quibus indiget, de communi administrent." Regula antiquissima fratrum et sororum poenitentium, c. 8; Opuse., ed. BoEHMER, 78. (81) Vita autore GAUFREDO DE BELLo-Loco, Regis confessario, c. 3, Acta ss-.; Augusti, t. V, p. 548, n. 29 s. (32) Appendix vitae, I, c. 4, n. 23; ibíd., p. 564. (88) LE CoMTE DE MoNTALEMBERT, Histoire de S. Elisabeth de Hongrie, Du– chesse de Thuringe, II, 22 ed., París, 111-114, 117-119 (ed. arg. Poblet, Buenos Aires, 1948).

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