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SAN FRANCISCO Y LAS OBRAS DE MISERICORDIA 277 dos a los enfermos ( 19 ). Quería el santo Fundador, que todos los Frai– les se dedicaran por alg'.ín tiempo a esta obra. Aun a los nobles y a los hombres de mundo, acostumbrados a vida regalada, si pedían ser admitidos en la Orden, les ponía ante los ojos que tendrían que habi– tar en leproserías y cuidar de los leprosos ( 2 º). También mandó en su primera Regla, que hallándose los leprosos en manifiesta necesidad los Frailes pidiesen limosna para los mismos ( 21 ). Por muy repugnante, impaciente y desagradecido que fuera un le– proso, mandaba Francisco que le sirvieran con tanta mayor caridad y atención. Y si los Frailes alguna vez en vista de una misión tan sobre– humana perdían el ánimo, el fervor del Santo volvía a reanimarlos ( 22 ). Sólo una vez creyó haber ofendido a un leproso; y fué el caso que Fray Jacobo el Simple, a cuyo cuidado había Francisco confiado un leproso, lo trajo consigo de la leprosería de Rivo Torto a Porciúncula. Francisco le reprendió por ello, porque era cosa inconveniente, por ser falta de consideración a los demás. Pero apenas hubo hecho esta advertencia, dolióse de haber sonroj:cdo al leproso y se impuso en penitencia el comer de una misma escudilla con el "hermano cris– tiano" -así llamaba al leproso-. Sentóse pues a la mesa, hizo poner una escudilla para los dos y comió de ella con el enfermo, el cual estaba todo cubierto de llagas, que hacían horrible su vista. En espe– cial sus dedos estaban a consecuencia de la enferrnedad torcidos, cu– biertos de sangre y de pus, de modo que cada vez que tornaba un bocado caían al plato sangre y materia. Los demás comensales estaban mudos de admiración a vista de tan grande caridad, humildad y ven– cimiento propio ( 23 ). En el relato de este hecho se siente aun hoy la profunda emoción del narrador, que fué testigo ocular del suceso. Poco a poco el cuidado de los enfermos fué quedando en segundo lugar, a medida que los Frailes se entregaban más a la predicación y ( 19 ) "Diebus vero manibus propriis qui poterant laborant, exsistentes in domi– bus leprosorum vel in aliis locis honestis, servientes omnibus humiliter et devote." TnoM. CEL. I, n. 39. (20) Spec. perf., c. 44. ( 21 ) "Fratres tamen in manifosta necessitate leprosorum possint pro eis quaererc cleemosynam." Regula I; Opuse., ed. LEMMENS, 36; Bom-IMER, 9. ( 22 ) Para formarse idea de las terribles dificultades, que te::iía el cuidado de los leprosos, y del heroísmo con que Francisco y los Frailes servían a los mismos, léase el Capítulo 28 de los Actus (el 25 de los Fioretti): "De cómo San Francisco curó mila.grosame:1te de alma y de cuerpo a un leproso." Esta leyenda debe estar conforme con la realidad, aun en lo tocante a la curación milagrosa que en ella se refiere. Los historiadores atestiguan que Francisco tanto en vida (S. BoNAV., e. 2, n. 6) como después de su muerte (THoM. CEL. I, n. 146 ss.) hizo curaciones milagrosas de leprosos. (:!3) Specul. perf., c. 58.

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