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276 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS hoy has amado carnal y vanamente; véncete eligiendo lo amargo en vez de lo dulce, si quieres conocerme; entonces lo amargo te pare– cerá dulce" (1 3 ). Y de hecho pronto se cumplió esta promesa. Cierto día que Fran– cisco cabalgaba por la llanura de Asís, le salió al encuentro un leproso. Con este inesperado encuentro apoderóse de él un no pequeño tem– blor; pero recordando que para ser caballero de Cristo debía ante todo vencerse a sí mismo, bajó del caballo y corrió a besar al enfermo. El leproso extendió su mano como para recibir una limosna y Fran– cisco a la vez con el beso le dió una pieza de dinero. Después montó de nuevo a caballo, y mirando a todos lados, ya no vió en parte alguna al leproso, a pesar de que el campo era llano y descubierto. Su cora– zón se llenó de asombro y alegría, cantó alabanzas al Señor y se propuso realizar cosas aun mayores ( 14 ). Se marchó a casa y tomando una gran suma de dinero se dirigió a una leprosería, donde habiendo reunido a todos los enfermos dió a cada uno su limosna besándoles al mismo tiempo la mano. Cuando después se alejó de aquel lugar, se le había cambiado verdaderamente en dulzura aquello que antes le parecía amargo ( 15 ), como atestigua él mismo en su Testamento cuan– do dice: "Cuando yo estaba envuelto en pecados, érame muy amargo ver los leprosos; pero el Señor me llevó entre ellos y usé de miseri– cordia con ellos. Y apartándome de ellos aquello que antes me pare– cía amargo me fué convertido en dulcedumbre del ánima y del cuerpo" ( 16 ). Desde entonces visitaba con frecuencia las leproserías, agasajaba espléndidamente a sus moradores y con vivo interés les besaba las manos y la boca, porque en cada uno de ellos veía al divino Sal– vador ( 17 ). Sobre todo después que hubo abandonado definitivamente el mundo, se hizo amigo y familiar de los leprosos. Les lavaba los pies, les vendaba sus llagas, limpiaba la podre de sus heridas, enju– gaba la materia, y aun besaba con admirable devoción sus purulentas llagas ( 18 ). Sus primeros Frailes competían con él en este heroísmo de la cari– dad. En un principio vivían por la mayor parte en las leproserías o junto a ellas, prestando humilde y devotamente los más bajos servi- (13) "Francisce, inquit illi Deus in spiritu, pro carnaliter et vane dilectis fam spiritualia commutato, et amara pro dulcibus sumens contemne te ipsum, me si velis agnoscere; nam et ordine verso sapient tibi quae dico." THOM. CEL. n, n. 9. (14) THoM. CEL. II, n. 9; Tres Soc., n. 11; S. BoNAv., e: 1, n: 5: (15) THoM. CEL. n. 9; Tres Soc., n. 11. (16) Testament., Opuse., ed. LEMMENs, 77; BoEHMER, 36. (17) S. BoNAV., C. 1, n. 6. (18) THoM. CEL. I, n. 17; Tres Soc-; n. 11; S. BoNAv., c. 2, n. 6.

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