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268 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS temas contra aquellos Frailes que daban escándalo con su mal ejem– plo (º 8 ). Pero sin embargo sabía siempre hermanar la amonestación y corrección con una paciencia y caridad inagotables ( 69 ). Es verdaderamente chocante la frecuencia e insistencia con que hace resaltar esta dulzura y caridad. En la primera Regla de la Orden se encuentran estas normas de conducta: "Si entre los Frailes, donde– quiera que estén, se hallare alguno que quiera andar carnalmente y no espiritualmente, los Frailes con quienes vive, amonéstenlo e instrúyanlo y corríjanlo con humildad y solicitud. Mas si aquél después de la ter– cera amonestación no quisiera enmendarse, envíenlo a su Ministro y siervo lo antes posible, o comuniquen a éste el asunto; y el ministro Y siervo haga de él lo que según Dios mejor le pareciere" (7º). En la Regla última aconseja: "Si alguno de los Frailes, instigándolo el ene– migo, mortalmente pecare por aquellos pecados de los cuales fuere ordenado entre los Frailes que se recurra a solos los ministros pro– vinciales, estén obligados los predichos Frailes a recurrir a ellos cuanto más prestó puedan sin tardanza. Y los Ministros, si son sacerdotes, con misericordia les impongan la penitencia y si no son sacerdotes se la hagan imponer por otros sacerdotes de la Orden, así como a ellos según Dios mejor pareciese que conviene. Y guárdense de airarse o conturbarse por el pecado de alguno, porque la ira y conturbación impiden en sí y en los otros la caridad" ( 71 ). Poco antes de la redacción definitiva de la Regla escribió a un Mi– nistro: "En esto quiero conocer que tú amas al Señor y a mí, siervo suyo y tuyo, si hicieres esto, a saber; que ningún Fraile en el mundo, si ha pecado y por grande que haya sido su pecado, después de ver tu rostro se aleje de ti sin haber obtenido misericordia, si es que él la ha implorado. Y si no la pide, pregúntale si la desea; y si él después compareciese mil veces ante tus ojos, muéstrale más amor que a mí, a fin de ganarlo para el Señor, y ten siempre compasión de los tales. Y comunica a los guardianes cuando puedas, que tú por tu parte estás resuelto a obrar siempre de esta manera" ( 72 ). Al trazar el retrato del buen Superior, dice entre otras cosas: "Él debe ser un hombre que consuele a los afligidos, siendo, como es, el último refugio de los atribulados, no sea que si él no proporciona los medios de curación, caigan los enfermos en la desesperación. Para (68) THoM. CEL. II, n. 156 s. ( 69 ) "Illos autem infirmas suaviori fovebat clementia, patientia supportabat, quos velut fluctuantes parvulos tentationibus agitatos et spiritu deficientes scie– bat." THoM. CEL. II, n. 177. (70) Reg. I, c. 5; Opuse., LEMMENs, 31; BoEHMER, 5. ( 71 ) Reg. II, c. 7; Opuse., LEMMENs, 69; BoEHMER, 33. (7 2 ) Epist. ad quemdam ministrum, Opuse., LEMMENs, 109; BoEHMER, 28.
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