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266 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Éstas y semejantes palabras de aliento las decía con un tono tan dulce y con un corazón tan compasivo, que de ordinario bastaba eso para reanimar a los Frailes. Estaba en realidad atribulado con los atri– bulados y padecía con los que padecían y sabía consolar de una manera tan tierna, que con ello desaparecían al momento toda tentación y tristeza ( 59 ) • No es pues de extrañar que los Frailes tuvieran en él una confianza ilimitada y que nunca dudaran de su poder para ayudarles. En sus mayores necesidades espirituales se arrojaban a sus píes, le descubrían sus más ocultos pensamientos, recibían su bendición y se alejaban de allí tranquilos ( 6 º). El sólo pensar que el santo Padre los amaba era ya un bálsamo para sus lacerados corazones, y al contrario el temor de no ser amados por el padre común, era para ellos un tormento insoportable. Fray Rízzerio, "noble de nacimiento y aún más noble por las virtudes", según se expresa Tomás de Celano, estaba firme– mente convencido de encontrarse en gracia o desgracia de Dios, según estuviera en gracia o desgracia de Francisco, y como no se tenía por digno de estar en gracia del Santo, veíase atormentado de terribles angustias. Francisco penetró su alma y habiéndolo hecho venir a sí, le dijo en tono maternal: "Que ninguna ten– tación te turbe, hijo mío, que ningún pensamiento te aflija, porque yo te amo muchísimo, y ten por seguro que eres digno de un amor y familiaridad especial entre todos los que yo amo. Ven a mi pre– sencia confiado, siempre que quieras, y que mi amistad te dé con– fi:1nza para hablarme." Rizzerio quedó sin saber qué decir de pura alegría y en adelante su alma se dilató con la confianza en la miseri– cordia de Dios a proporción del favor que el Santo le mostrába ( 61 ). Por lo demás Francisco no se contentaba con palabras de consuelo, sino que día y noche estaba al servicio de los atribulados, dispuesto a cumplir sus más mínimos deseos. Fray León, perseguido de una vio– lenta tentación espiritual, deseaba que Francisco le escribiera algunas palabras piadosas para recobrar siempre por medio de ellas la acos– tumbrada serenidad de espíritu. El Santo le mandó al punto traer papel y tinta, escribió algunas líneas en alabanza de Dios y una ben– dición, y entregó a Fray León esta preciosa reliquia, que durante (59) "Si qui autem de fratribus ... aliquam tentationem vel tribulationem ha– bebant, audiendo beatum Franciscum loquentem dulciter et ferventer ... libera– bantur a tentationibus, et tribulationibus sublevabantur mirifice. Compatiens namque loquebatur eis non ut iudex, sed ut pater misericors filiis, et medicus bonus infirmis, sciens cum infirmantibus infirmari et cum tribulatis affligi." Tres Soc., n. 59. (60) THoM. CEL. II, n. 110. (61) THoM. CEL. I, n. 49 s.

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