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256 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS Así pues Francisco consideraba a sus discípulos unidos con los lazos de un tan tierno amor fraternal, que toda la Orden venía a fundirse en una sola familia. Quería el Santo que todos, ya vivieran cerca y fueran conocidos, ya estuvieran lejos y fueran extraños, se tuvieran un verdadero amor de hermanos, en pensamientos, palabras y obras, interior y exteriormente. Pero no, más aún que amor de hermanos; amor de madre, y no un amor carnal, sino un amor de madre e hijo mucho más elevado y sublime, amor espiritual. Antes que nadie los Superiores debían hacer veces de padre y madre para con sus her– manos, según lo hace resaltar de continuo el Santo ( 11 ). En conformidad con esto Francisco prohibe también cuidadosa– mente toda falta contra la caridad fraterna: "Ningún Fraile diga o haga mal a otro . . . Y guárdense los Frailes de calumniar a nadie ni contender con palabras, antes bien procuren guardar silencio, en tanto que Dios les da la gracia para ello. Y no litiguen entre sí ni con otros, sino que procuren responder humildemente: Siervos inútiles somos (1 2 ). Y no deben airarse, porque todo el que se enojare con su hermano, será culpado del juicio; y cualquiera que dijera a su hermano raca, será culpado del Consejo, y cualquiera que le dijera fatuo, será cul– pado del fuego infernal (1 3 ). No juzguen, no condenen, y como dice el Señor ( 14 ), no tomen en cuenta las pequeñísimas faltas de los otros, sino más bien piensen sobre sus propios pecados en la amargura de su alma" ( 15 ). Aun menos deben estar envidiosos por las gracias y felices éxitos de sus hermanos: "El que tiene envidia a su hermano por el bien que Dios dice o hace en él, comete un pecado semejante a la blasfemia, porque tiene envidia al mismo Altísimo, que es quien dice y hace todo bien" ( 16 ). Pero a los que más detestaba el Santo era a los que osaban atacar la honra y el buen nombre del hermano, llegando a decir que los tales llevan veneno en su lengua y envenenan con él a los demás ( 17 ). Tomás de Celano nos asegura, como testigo de vista, que Francisco huía de los chismosos y soplones, de esas pulgas mordaces y se apar- (11) Regula I, c. 6; II, c. 7. De religiosa babitatione in eremo, Opuse., ed. LEMMENs, 32, 70, 83; BoEHMER, 7, 33, 67; Tr10M. CEL. I, n. 98; II, n. 177, 184 SS. ( 12 ) Luc., XVII, 10. (13) MAT., V, 22. (14) Cfr. MAT., VII, 3 y Luc,; VI, 41. (15) Regula I, c. 5, 11, Opuse., ed. LEMMENs, 32, 40 s.; BoEHMER, 6, 12. (16) Verba admon., n. 8, Opuse., ed. LEMMENS, 10; BoEHMER, 44. (17) "Demum cum animus caritate repletus Deo odibiles odiat, vigebat istud in sancto Francisco. Detractores quippe super aliud vitiosorum genus horribi– Iiter exsecrans, venenum in lingua ferre eos dicebat aliosque veneno inficere." THoM. CEL. II, n. 182.
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