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LA ALEGRÍA FRANCISCANA 251 alegres como las alondras, trabajar alegres por ganar el pan cuotidiano, ir alegres por la limosna, volver alegres de la mendicación ( 62 ), repartir alegres entre sí los dones de la Providencia ( 63 ) -esto era lo que Fran– cisco recomendaba sin cesar a sus Frailes-. Y para decirlo todo con una palabra, él les grabó aquella divisa: Paupertas cum laetitia, pobreza con alegría ( 64 ). Aquel que como Francisco entiende por pobreza la renuncia a toda posesión terrena por amor de Dios, con la confianza puesta en la divina Providencia y por imitar al divino Salvador pobre, ése consigue con la pobreza una riqueza inagotable de libertad espiri– tual, de contento interior y de felicidad sobrenatural. Una tercera nota característica de la alegría franciscana es la alegría en el sufrimieno. Ya hemos visto que Francisco estaba alegre en los sufrimientos y a pesar de los sufrimientos ( 65 ). Pero con eso no está dicho todo: él era algre a causa de los sufrimientos; el sufrimiento mismo era para él una fuente de alegría. Experimentó la dulzura de la cruz de Cristo en toda su vida de pobreza, humildad y penitencia. Ya luego de su conversión advierten los Tres Compañeros: "Su corazón es– taba tan alegre en el Señor que hasta su cuerpo, débil y flaco, cobraba fuerzas para sufrir alegremente por el Señor cualquier amargura y aspe– reza" ( 66 ). Poco después se dice asimismo de sus primeros discípulos: "En persecuciones, hambre, sed, frío y desnudez soportaron grandes tribulaciones y pruebas. Todo esto sobrellevaban con valentía y pa– ciencia, según les había enseñado el bienaventurado Francisco. Nunca estaban tristes o de mal humor, ni denostaban a los que les hacían mal; antes bien como varones perfectos y evangélicos se regocijaban viva– mente en el Señor y consideraban como grande alegría el poder sufrir cosas semejantes" ( 67 ). Toda la vida posterior de Francisco y de sus discípulos correspondió a estos principios, siendo su más pura y grande alegría el sufrir por Cristo y por amor de Dios. El mismo Santo lo ha expresado con una maravillosa ternura en aquella conversación con Fray León "sobre la verdadera alegría". Yendo una vez San Francisc:o de Perusa a Santa María de los Ángeles con Fray León, en tiempo de invierno, cuando el frío intenso pesada– mente los molestaba, llamó a Fray León, que iba un poco delante y le dijo: "Fray León, suponiendo que los Frailes Menores en toda la tierra (62) THoM. CEL. II, n. 76. (63) THOM. CEL, I, n. 34; Spec. perf., c. 90. (64) Verba admonit., n. 27; Opuse., ed. LEMMENS, 18; BoEHMER, 49. (65) Supra, pp. 242-243. (66) Tres Soc. 1 n. 22. (67) Tres Soc., c. 10, ed. AMoNI. Este pasaje falta en la edición de FALOCI– PuLIGNANI.
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