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LA ALEGRÍA FRANCISCANA 247 Para alegrar el cuerpo y el alma, Francisco echaba también mano con preferencia de la música y del canto. Así un día, estando grave– mente enfermo de los ojos llamó a un compañero, que en el mundo, había sido tañedor de laúd, y le dijo: "Hermano, quisiera que pidas prestado un laúd, compongas una canción y proporciones un poco de consuelo a· mi hermano cuerpo, que está lleno de dolo:ces." Respon– dióle el compañero: "Temo, padre, que las gentes digan que he sido vencido por una tentación de liviandad." "Bien, dejémoslo pues, dijo el Santo. Bueno es que omitamos muchas cosas, para no perder la buena opinión." Pero a la noche siguiente, estando el Santo en vela y pensando en Dios, de pronto llegó a sus oídos un sonido de laúd en maravillosa, suave melodía. El no veía a nadie, pero ahora de un lado después de otro percibía sonidos como de un tañedor de laúd, que fuera moviéndose de una parte a otra. Su espíritu fijo en Dios gozó con este canto de ángeles que tan dulcemente sonaba, una tal delicia celestial, que se creía transportado al otro mundo ( 44 ). En general la música y el canto jugaron un papel muy grande en la primitiva Orden franciscana ( 45 ). La canción espiritual fué culti– vada por Francisco y sus hijos en todas partes y en todas sus formas: como coral, como himno y prosa, como cantilena a una y a muchas voces, en poesía rítmica latina y en lengua vulgar. Ésta es la causa principal por que la Orden se hizo tan simpática en aquella época tan amante de la música y del canto; esto nos explica por qué muchos trovadores de gran sentido artístico se asociaron al coro de los pobres cantores de Dios, y su musa, que hasta entonces se había dedicado a cantar aventuras caballerescas y amores terrenos, se consagró en ade– lante al amor eterno y a la agraciada Virgen Madre de Dios. Pero hay que tener siempre muy en cuenta que Francisco sólo. quería cultivar la canción espiritual para promover la alegría espiri– tual, según lo hemos hecho constar bastante. Continuamente se desig– naba a sí con el nombre de juglar del Señor y lamentaba que los instrumentos músicos se emplearan en otros fines que en alabar a Dios únicamente ( 46 ). También a sus discípulos llamaba juglares de Dios, porque templaban el arpa de los trovadores mundanos para cantar el amor de Dios y la piedad ( 47 ). Así se dice de Fray Enebro: "Fray ( 44) THOM. CEL. II, n. 126. (45) FELDER, Geschichte der wissenschaftlichen Studien im Franziskaner– orden bis um die Mitte des 13. Jahrhunderts, 1904, 426-447 (trad. franc. 441- 462). Friburgo de Br. Herder. ( 46) "Vocavit unum de sociis, qui fuerat in saeculo citharista dicens: Frater, filii saeculi huius divina non intelligunt sacramenta. Instrumenta quippe musica, divinis quondam laudibus deputata, in aurium voluptatem libido humana con– vertit." THOM. CEL. II, n. 126. (47) Cfr. sup. pp. 245-246.
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