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242 LOS IDEALES DE SAN FRANCISCO DE ASÍS dice: "No cesaba de purificar su alma con lluvia de lágrimas, suspi– rando por la pureza de la claridad celestial y teniendo en poco la pér– dida de la vista corporal. . . Pero en medio de los torrentes de lágri– mas que derramaba, estaba el Santo lleno de cierta alegría celestial, que serenaba su espíritu y su rostro; y es que a causa de la limpidez de su santa conciencia estaba de tal manera inundado con la unción de la alegría, que su espíritu sin cesar se anegaba en Dios y se rego– cijaba de continuo en todas las obras de sus manos" ( 17 ). Tomás de Celano refiere cómo la interior melodía y el suave susurro del Espí– ritu Santo se desbordaba en Francisco al exterior en cantos amorosos en lengua francesa (1 8 ) y añade: "Con frecuencia tomaba del suelo un trozo de madera, según lo he visto con mis propios ojos, la ponía sobre su hombro izquierdo y teniendo en la derecha una varilla do– blada por medio de un hilo rascaba la madera como si fuera un ins– trumento músico, haciendo al mismo tiempo (a modo de los trova– dores) ciertos movimientos y cantando melodías francesas en honor del Señor. Todo este desbordamiento de alegría terminaba con fre– cuencia en lágrimas y el júbilo se resolvía en compasión por la Pasión de Cristo" ( 19 ). La alegría aliviaba y santificaba también sus propios padecimientos y enfermedades. Los Tres Compañeros dicen: "Su corazón se regocijó de tal modo en el Señor, que su cuerpo débil y amortiguado cobró fuer– zas para sobrellevar alegremente por el Señor Dios todas las asperezas y amarguras" (2°). Y aun cuando los sufrimientos llegaban a constituir un verdadero martirio, sonreía él y quedaba lleno de júbilo ( 21 ). Sólo una vez al acercarse la muerte pareció abandonarle su habitual alegría. Atormentado por indecibles dolores, luchaba cierta noche en ardorosa oración, pidiendo valor caballeresco para perseverar hasta el fin. De pronto oyó en su espíritu una voz consoladora: "Alégrate, hermano, porque tu enfermedad es la prenda de mi reino y por el mérito de la paciencia espera con certeza y seguridad la herencia de ese reino." A la mañana siguiente su alma emprendió un subidísimo vuelo y compuso el Cantar de los Cantares de la alegría, aquel Cántico del sol ( 22 ), "que hace confluir en un punto toda la alegría natural y (17) Legenda minor, ed. a PP. Collegii S. Bonaventurae, ad Claras Aquas, 1898, 236. (18) "Dulcissima melodía spiritus intra ipsum ebulliens exterius gallicum dabat sonum, et vena divini susurrii, quam auris eius suscipiebat furtive, galli– cum erumpebat in iubilum." THoM. CEL. II, n. 127. (19) !bíd. (20) Tres Soc., n. 22. (21) "O martyr et martyr, qui ridens et gaudens libentissime tolerabat, quod erat omnibus acerbissimum intueri." THOM, CEL. I, n. 107. (22) !bíd., n. 213.
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