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I LA ALEGRIA FRANCISCANA 241 y anotan que por esa causa se apoderó de él un vivo y alegre senti– miento de piedad ( 11 ). Nos describen cómo armado por fin caba– llero de Cristo iba cantando en lengua francesa canciones espirituales de amor. Habiéndolo sorprendido unos ladrones y preguntado quién era, respondió: "Soy el pregonero del gran Rey. ¿Qué os importa a vosotros?" Agarrándolo entonces aquellos malvados lo maltrataron y echaron a una hoya de nieve diciéndole en son de burla: '' ¡Quédate ahí, rústico pregonero de Dios!" Mas él sacudiendo de sí la nieve salió de la hoya y lleno de un gran júbilo comenzó a cantar por montes y valles las alabanzas divinas ( 12 ). En adelante toda su vida continuó acordada sobre este tono funda– mental de la alegría. Así nos lo asegura Tomás de Celano: "El Santo procuraba permanecer siempre en el júbilo del corazón, conservando la unción del espíritu y el óleo de la alegría y evitaba con sumo cuidado la pésima enfermedad de la tristeza. . . Con imperturbable igualdad de ánimo y alegría se cantaba a sí mismo y a Dios cánticos de alegría en su corazón" ( 13 ). Puso un incesante empeño en man– tenerse interior y exteriormente alegre ( 14 ). Estando en medio de los Frailes sabía dar tan bien el tono de la alegría y hacerlo terminar en una armonía tan llena, que uno se sentía trasladado a una esfera casi celestial. Este mismo temple de ánimo tan alegre respira el trato del Santo con todos los demás hombres, de tal modo que hasta su predi– caci6n de penitencia viene a convertirse en un salmo de júbilo, ( 15 ) y su sola aparición y presencia constituía una fiesta sin igual para todas las clases de la poblaci6n ( 16 ). La alegría transfiguraba hasta aque]as lágrimas que sin cesar derra– maba considerando la Pasi6n del divino Salvador y recordando sus, según él creía, graves e innumerables pecados. San Buenaventura hace resaltar especialmente este rasgo del carácter de Francisco cuando (11) Tres Socii, n. 13. (12) "Cum per quamdam silvam laudes Domino lingua francigena decantaret, latrones super eum subito irruerunt. Quibus ferali animo eum quis esset interro– gantibus, confidenter vir Dei plena voce respondit: «Praeco sum magni Regis, quid ad vos?» At illi percutientes eum in defosso loco pleno magnis nivibus proiecerunt dice)ltes: «lace, rustice praecc Dei!» Ipse vero se huc atque illuc revolvens, nive a se discussa, illis recedentibus, de fovea exilivit, et magno exhilaratus gaudio coepit alta voce per nemora laudes Creatori omnium perso– nare." THoM. CEL. I, n. 16. (13) Tr-roM. CEL. I, n. 93; II, n. 125. (14) "In hoc autem summum et praecipuum studium habuit beatus Francis– cus, ut extra orationem haberet continue interius et exterius laetitiam spiri– tualem." Spec. perf., c. 95. (lú) "Cum magno fervore spiritus et gaudio mentís coepit omnibus poeni– tentiam praedicare." THOM. CEL. I, n. 23. (16) lbíd., n. 36 ss.

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